Una reflexión muy personal

A principios de este año tuve el honor de que cientos de tolimenses pensaran que yo podría liderar los destinos del Departamento como Gobernador del Tolima y fui invitado a participar del actual debate; sin embargo, oportunamente se advirtió que podría estar inhabilitado y, ante la duda, la decisión fue la de no aspirar.

Dicha decisión fue comprendida por muchos y subestimada por otros. La verdad, no creía justo que el Departamento volviera a vivir un proceso como el que había vivido años atrás, cuando un gobernador fue retirado en la mitad de su periodo.

Hoy, después de un largo proceso, como lo registran los medios de comunicación, en cabeza de la diputada del Huila Flora Perdomo, el Consejo de Estado ha proferido la mayor sanción conocida, al inhabilitarla de por vida para ocupar cargos públicos por haberse hecho elegir estando incursa en una inhabilidad. Este caso muestra que los líderes de la política y lo público no deben desconocer a la cordura como uno de sus mayores principios, muestra de que sobre las ambiciones personales debe primar el acatamiento a las normas.

Hoy me pregunto cómo se habría podido adelantar una campaña exitosa con la incertidumbre de estar inhabilitado, esperando que se resolviera en la Corte la constitucionalidad del artículo que establece que el periodo de inhabilidad comenzaba el 30 de julio, situación que me inhabilitaba por un día y como sólo hasta unos pocos días antes de vencerse el periodo de inscripción se resolvió el tema ampliando el plazo hasta el 10 de agosto.

De esta experiencia me quedan muchos aprendizajes. El primero y más elemental es que en ocasiones, si no en todas, lo importante y políticamente correcto es tener un poco de sensatez para tomar decisiones de vida, lo otro es jugar al azar, y lo público y la gente no merecen ese comportamiento. Segundo, que así como tengo grandes y comprensivos amigos, leales y fieles, también tengo otros que no lo son tanto y que su grado de amistad se enmarca en mis posibilidades políticas. Tercero, que nunca se debe subestimar el grado de apoyo de personas que por cosas del destino y de Dios están allí justo en ese momento para aconsejar desinteresadamente, y cuarto, que otra habría sido la historia si desde el principio hubiera contado con la solidaridad y generosidad de quienes, habiendo yo apoyado por años, en ese momento ostentaban el liderazgo político de mi Partido.

Hoy, con el paso de los meses, creo que la decisión tomada fue la correcta, ya que durante éstos he podido continuar sirviéndole a mi Departamento. No dudo, después de haber vivido todo lo que he vivido durante estos meses en la Universidad de Ibagué y con mi familia, que de haber tomado otra decisión no me acercaría ni siquiera un poco al nivel de felicidad que hoy me embarga. En últimas, lo que sucedió fue lo único que podía haber sucedido y me siento orgulloso de que haya sido así.

Credito
JAIME EDUARDO REYES

Comentarios