No al recorte en CT&

Jaime Eduardo Reyes

Desde los años 90 se demostró que si un país quiere tener mayores niveles de desarrollo debe invertir en Ciencia, Tecnología e Innovación. La evidencia, tanto empírica como científica, muestra que los países que lo han hecho han logrado estándares de vida más altos que aquellos que no. Por eso, cuando desde el Gobierno central se plantea recortar el presupuesto para la investigación, no puede haber otra reacción distinta a la de oponerse, si se quiere resistirse.

Desde la ciencia económica se demostró que para que un país crezca económicamente y se desarrolle necesita invertir en capital humano, incrementar los rendimientos sociales de educación e invertir en aprendizaje.

Un ejemplo para ilustrar la importancia sobre este tema se puede observar con el caso de Corea del Sur, un país con población similar a Colombia que hasta hace poco tenia bajos niveles de desarrollo. Hoy los productos coreanos inundan los mercados mundiales, un solo ejemplo del desarrollo de su industria es el de los carros (Hyundai, Kia, Ssangyon, entre otros). ¿Cómo lo lograron? Destinando para CT& alrededor del 4 % de su Producto Interno Bruto.

¿Y Colombia? El Gobierno hoy por hoy no destina más del 0,2 % aunque en 2004 propuso invertir el 2 % del PIB. Otra cifra que muestra lo mal que está el país en este campo es que mientras en 2012 se apoyó 31 proyectos con recursos del sistema de regalías en 2015 solo fueron 5. El presidente Santos también tiene su cuota de incumplimiento en este sector: hace un par de años atrás se comprometió a destinar el 1 % del PIB, entregó cheques simbólicos que nunca hicieron trámite al presupuesto de Colciencias.

Tal y como pasó con otros sectores, por ejemplo el agrario, el Gobierno se comprometió con inversiones, y quedó el tema en simples anuncios. El más reciente fue en Espinal la semana pasada, donde dijo que no recortaría el presupuesto de CT& en 2018, se observa desde ya otro conejo para el pueblo colombiano.

Por supuesto que la responsabilidad no recaerá solamente en Santos y su ministro de Hacienda, Cárdenas: los congresistas también tienen su grado de responsabilidad, al fin y al cabo ellos son los que aprueban la Ley de Presupuesto.

Este panorama anuncia que los pocos logros alcanzado en los últimos años en CT& por las universidades y centros de investigación se van a perder, se alcanzará mayores rezagos y las pérdidas en rendimientos sociales serán incalculables.

Así las cosas, el pueblo no puede soportar indiferentemente el recorte a la CT&, este caso es similar al recorte presupuestal al deporte, de igual o mayor relevancia, tampoco puede dejar pasar este momento sin reclamar a la clase política que les representa en el Congreso mayor atención y posición clara sobre el tema.

Termino esta columna repitiendo lo que escribí al iniciarla, que no puede haber otra reacción distinta del pueblo colombiano que la de oponerse al anunciado recorte.

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