Ojalá me equivoque

Jaime Eduardo Reyes

Ayer se cerraron formalmente las campañas al Congreso de la República, éstas se recordarán como unas de las más cortas en la historia reciente y en donde mayor apatía se ha vivido por parte de los ciudadanos. La tardía definición del proyecto de reforma política demoró el inicio de las campañas y la indignación de los colombianos causada por los alarmantes casos de corrupción erosionó la credibilidad en la clase política. Todo parece indicar que las elecciones del próximo domingo serán unas de las de mayor abstención durante los últimos periodos.

De hoy hasta el domingo los ciudadanos tendrán que definir si salen a votar y si lo hacen, por quién. Es bastante improbable que durante esta semana se dé algún fenómeno que movilice libremente al electorado, podría decirse que las cartas están jugadas, y, según lo que indican las encuestas las sorpresas pueden ser varias.

Un dato llamativo es la afinidad que tienen el Centro Democrático y el Partido Liberal ante la opinión pública, de no existir en Colombia los fallos del libre mercado político, clientelismo y riesgo electoral, estos dos partidos superarían notoriamente a los otros. Sin embargo, partidos y candidatos que no se visualizan como favoritos en las encuestas sacarán gracias a estos fallos de la democracia muchos más votos de los que se calculan mediante el método de las encuestas.

Estas muestran que los votos que logren los partidos dependerán del trabajo de los candidatos, con excepción de un par partidos, los votos de opinión escasearán en esta elección, como escaseará el voto útil. Al final, en la noche del escrutinio primarán los votos puestos por las maquinarias políticas que aunque desgastadas son las que sostienen un maltrecho y desgastado sistema electoral.

El voto de opinión y el voto útil se abstendrán porque en el ideario del elector no importa a quien se elija, las cosas seguirán igual con tendencia a empeorar. De alguna forma todos somos prisioneros del sistema electoral y la decisión final depende de muchas variables.

De todas formas, aún faltan unos días para votar, quisiera equivocarme en lo que escribo y tener que retractarme en la columna del próximo lunes y decir que la gente votó libremente, que los mercados entregados a los desesperanzados electores pobres no influyeron en su decisión, que los contratistas del Estado no fueron obligados a votar porque de no hacerlo los botarán de sus trabajos pasadas la Ley de Garantías, que los riesgos anunciados por la MOE no se concretaron, y que al final los candidatos electos son honorables y merecen la confianza del ciudadano porque representarán sus intereses y no las de unos pocos, porque llegarán a combatir la corrupción y las grandes desigualdades que vive nuestra Nación.

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