Una alerta para Ibagué

Jaime Eduardo Reyes

Las ultimas noticias sobre el desempleo en Ibagué no son buenas, para el último trimestre la tasa de desocupación superó los 13 puntos. Esta situación refleja el mal momento económico que está viviendo la ciudad.

El aumento del desempleo conllevará a que la informalidad laboral aumente en una ciudad que de por sí ya tiene una de las tasas más altas en Colombia y que supera el promedio de América latina.

De otro lado, la capacidad adquisitiva de los ciudadanos ha disminuido afectando el consumo de los hogares, los incrementos en los servicios públicos y la implementación de la Reforma tributaria explica esta situación.

Además, las recientes noticias del incremento del impuesto predial golpeó significativamente el ánimo de los empresarios y las expectativas de nuevas inversiones no se ven a la vuelta de la esquina, inclusive, algunos empresarios han dicho que están pensando en irse para otras ciudades ya que no encuentran un adecuado clima de negocios. Ibagué está perdiendo competitividad.

Así las cosas, vale la pena alertar sobre este fenómeno para que el gobierno Municipal actúe en consecuencia. Nuestra ciudad está estancada económicamente, por no decir que día tras día retrocede en sus niveles de crecimiento económico, el tejido microempresarial que caracteriza la economía ibaguereña juega a favor de la informalidad del trabajo, y que la capital del Tolima se haya especializado en el sector del comercio se explica por la falta de una robusta industria manufacturera.

Y para agravar la situación, el sector de la construcción que había dinamizado la economía de Ibagué durante los últimos años está marchando lentamente, lo que explica la pérdida de empleos durante los últimos meses. Los letreros de se arrienda y se vende en edificios que se acaban de entregar muestra que hay un fallo en dicho mercado y desánimo en las expectativas de los hogares. Ecos del Combeima informó que según datos de Enertolima para agosto de 2018 la ciudad tiene 11.900 inmuebles desocupados. De seguir el actual clima de negocios y las bajas expectativas de inversión la ciudad se va a reventar, los problemas sociales de inseguridad van a aumentar y las presiones sobre los sistemas de seguridad social también se incrementarán. Si no se crean nuevos sitios de trabajo, si no se crean empresas que demanden empleos de alta productividad, la tasa global de ocupación aumentará nutrida por jóvenes que desertaran del sistema educativo.

Ahora bien, como quiera que en pocos días se va a aprobar el presupuesto de la ciudad para el año entrante, debiera revisarse el destino de las inversiones públicas con el fin de impulsar diferentes sectores productivos y por esta vía aumentar el crecimiento económico en el corto plazo.

También es fundamental que la clase política del Tolima en las instancias de discusión y aprobación del presupuesto nacional y del Plan nacional de desarrollo apalanquen inversiones que contribuyan a mejorar los factores de competitividad local con el fin de acondicionar la región para atraer inversión.

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