El que paga para llegar, llega a robar

Jaime Eduardo Reyes

El pasado sábado el país se levantó con la noticia de que Aída Merlano fue condenada a 15 años de cárcel por el delito de corrupción electoral. Esta excongresista pasó de ser una de las mujeres más influyentes de la costa atlántica a uno de los primeros casos fallados a favor de la democracia y la transparencia electoral.

Y la verdad, es que nuestro país necesita más condenas como esta. La rampante corrupción electoral ha doblegado la democracia, la evidencia empírica muestra como los estrategas electorales poco a poco han ido perfeccionando la forma de hacer trampa para concretar votos mediante variadas formas de comprarlos.

De que le sirve a un candidato honesto tener toda una trayectoria pulcra a servicio de la sociedad si al final se le derrota con este tipo de delitos. Cómo se puede cambiar las costumbres políticas si la sociedad tolera esto.

Y es que aunque la ley prohibe explícitamente el uso de los guías de información electoral, estos han aparecido abiertamente en el día de votaciones, y no lo han hecho tímidamente, lo han hecho masiva y descaradamente, con el auspicio de algunas casas políticas, usando camisetas a la vista de todos, tiendas o garajes adecuados con computadores, coordinadores que pagan el trabajo a destajo, refrigerios, y muchas otras cosas más.

El caso más aberrante es el de los guías de información electoral o activistas a los que se les paga el día siempre y cuando voten con su familia temprano en la mañana y lo certifiquen ante su coordinador con sus certificados electorales e inclusive con fotografías tomadas con sus celulares. Esta actividad no solamente está claramente prohibida por la ley 1475 de 2011 sino que en términos prácticos es una de las causas por las que se violan los topes de gastos electorales de las campañas. No puedo seguir esta columna sin preguntar ¿de dónde creen que sale la plata para pagarles? El que paga para llegar, llega a robar.

Y lo más desesperanzador es que todo esto se hace ante los ojos de la Policía Nacional, de la Fiscalía, de las autoridades electorales, en fin, delante de todo el mundo. No importa las denuncias de la Misión de Observación electoral y otras Ong.

Para las próximas elecciones este tipo de delincuentes ya se están preparando ante las miradas encubridoras de quienes cambian su conciencia por el jornal de un día, del favor de un puesto público o un contrato con el estado, esos que se autodenominan líderes.

Como estoy seguro que los delincuentes no cambiarán su forma de actuar por más que vean que otros son condenados, no voy a recomendar que no lo hagan, eso es perdido, el llamado es a que la Fiscalía y la Policía Nacional se preparen para enfrentar este fenómeno, y de darse el caso, por supuesto que lo que espera la gente decente es que se les aplique todo el rigor de la ley.

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