Un primer análisis

Jaime Eduardo Reyes

Felicitaciones a todos los candidatos que salieron electos en la jornada de ayer domingo, la gente eligió sus nuevos gobernantes y lo que sigue es esperar que les vaya bien durante su periodo de gobierno. A quienes participaron y no alcanzaron a concretar sus aspiraciones por supuesto que hay que agradecerles por haberlo hecho, su aporte a la democracia es muy valioso, y claro, tendrán otras oportunidades.

Sobre los resultados hay una gran información en esta edición del diario, y, sobre los detalles electorales y los análisis postelectorales nos ocuparemos dentro de ocho días en esta misma columna. Hoy quiero reseñar algunos fenómenos que me parece valen la pena dejar sobre la mesa para las reflexiones posteriores. 

El primero, tiene que ver con el número de partidos que estuvieron en juego para la elección del Concejo de Ibagué. Nunca antes en la historia democrática de la ciudad se había tenido una participación tan amplia de partidos avalando candidatos, ni tampoco el número de grupos significativos de ciudadanos. Por supuesto que esto se relaciona directamente con el número de candidatos, nunca antes hubo tantos candidatos al Concejo. De esta situación preocupa que los niveles de participación efectiva y de abstención se mantienen.

Y con relación a los candidatos a la Alcaldía el tema es muy similar, nueve candidatos para Ibagué son muchos. Vale la pena escribir que este fenómeno también se vio en muchos otros municipios del departamento. De esta situación preocupa los bajos porcentajes logrados por los candidatos y la baja legitimidad porcentual efectiva lograda por el ganador.

De otro lado, un hecho que demuestra la debilidad institucional en el sistema electoral en el país es la anulación de muchos nuevos registros por trashumancia electoral. Esta decisión resuelve por lo desfavorable para la democracia local la incapacidad del Estado de controlar ciertos delitos electorales afectando a muchas personas que efectivamente tenían el derecho de votar en la ciudad.

Un fenómeno que debilita la democracia en la región es el de la corrupción electoral, la forma de cómo aún se camuflan los llamados guías electorales o activistas es un secreto a voz baja y evidente ante los ojos de muchos. Las denuncias de muchos candidatos sobre compra de votos a través de este mecanismo, la poca claridad sobre los financiadores de campañas, los bajos reportes de las campañas ante cuentas claras, siguen siendo el gran lunar del proceso electoral. Es frustrante ver cómo los llamados de la Misión de Observación Electoral es un “llamado a la bandera” y que los órganos de control hacen casi nada por resolver favorablemente estas solicitudes.

Los retos para el sistema electoral son muchos, resolverlos pareciera no ser tan fácil, cuando son los mismos partidos políticos los llamados a hacerlo.

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