Dura semana

Jaime Eduardo Reyes

La semana pasada es tal vez, en términos económicos, la más dura y difícil de la que se tenga memoria en el mediano plazo, los efectos de la pandemia del Covid-19 y la caída del precio del petróleo en la economía mundial afectó no solamente a las grandes corporaciones sino a muchas pequeñas y medianas empresas.
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La gran incertidumbre que viven los mercados mundiales y los efectos de la crisis vivida por estos días afecta al gobierno colombiano, a sus finanzas, y a la ejecución de sus programas.

En Colombia, el cierre de la tasa representativa del mercado el viernes 13 de marzo en un poco más de 4 mil pesos, su máximo histórico, y con un precio del barril de petróleo en el mercado de futuros de Londres cotizándose a 35 dólares, anuncia cambios en las condiciones macroeconómicas del país, una de ellas será la disminución del crecimiento económico.

El aumento del precio del dólar favorece a los exportadores, especialmente a los cafeteros, pero afecta a todos aquellos que tengan que importar. Con ese precio del dólar saldría muy bien librado el sector del turismo internacional, pero con el coronavirus, es improbable que esto suceda.

La guerra internacional de precios del petróleo entre la Opep y Rusia, llevó a que el precio del petróleo disminuyera a casi la mitad del precio estimado para las finanzas públicas. De mantenerse este precio, los presupuestos de las finanzas públicas se desplomaran, particularmente los que se relacionan con las regalías.

La actual situación obliga al gobierno y al Banco de la República a dirigir sus esfuerzos para evitar una caída en el consumo y en el crecimiento económico.

El reto del gobierno gira en torno a las promesas de la reforma tributaria para 2021, el pago de la deuda externa con una mayor devaluación, la reducción del recaudo por el enfriamiento de la actividad económica, entre otros.

El Banco de la República puso a disposición de las entidades financieras recursos hasta por 17 billones de pesos, “en caso de que estas requieran atender situaciones de iliquidez derivadas del nerviosismo que persiste en los mercados”, y, también anunció la disponibilidad de 1.000 millones de dólares para que dichas entidades puedan cubrir el riesgo de un mayor precio del dólar.

El actual estado de la economía impactará al sector empresarial disminuyendo la demanda interna y externa, la incertidumbre frenará la inversión, aumentará el desempleo, el crédito se encarecerá. El sector financiero tendrá un deterioro de su cartera, y los nuevos créditos serán más escasos y costosos.

Finalmente, las personas, en especial aquellas que trabajan diariamente para conseguir sus ingresos, tendrán dificultades para hacerlo.

Así pues, no es exagerado decir que la semana pasada no solamente fue dura, sino que es tal vez una de esas que recordamos los economistas como punto de quiebre. Esperemos que la pandemia ceda y la guerra por el precio del petróleo acabe.

JAIME EDUARDO REYES MARTÍNEZ

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