La importancia de escuchar

Hugo Rincón González

Acogiendo la directiva de la Defensoría del Pueblo, el ministro del Interior, Aurelio Iragorri Valencia, por medio de la circular 004 de 2013, invitó a los alcaldes de todo el país a establecer los controles que sean necesarios para evitar afectaciones por pólvora durante la época de fin de año.

Llegaron en grupos, alegres de haber participado en el proceso de elección de representantes de las ONG´s al Consejo Directivo de Cortolima, venían de al menos 10 municipios y la mayoría eran de la zona rural. Hombres y mujeres que se habían movilizado desde tempranas horas del día querían tener una conversación con los consejeros recién elegidos.

Querían hacer unos planteamientos, expresar inquietudes, explicitar emociones y sobre todo ser escuchados por los elegidos que de ahora en adelante los iban a representar.

Escuchar con respeto a las personas de los sectores excluidos y olvidados es una de las mejores maneras de enterarnos de lo que acontece en los territorios que no conocemos y que habitualmente no visitamos. Los señalamientos realizados por estos hombres y mujeres del campo son similares casi siempre: 1) nos desconocen y por lo tanto el estado no nos atiende, 2) en las zonas rurales vivimos incomunicados y especialmente en temporadas de más lluvia, 3) los campesinos somos los que más sufrimos con conflicto armado o sin él, 4) nos miran, nos abrazan y nos saludan especialmente en tiempo de elecciones, 5) tenemos líos porque Cortolima solo se acerca a nuestros territorios a sancionarnos, 6) esperamos que la nueva dirección de esta institución se acuerde de las organizaciones y que invierta recursos en el mejoramiento de sus condiciones de vida.

Cada intervención de ellos y ellas reflejaba de una u otra manera, la indignación que se gesta y crece en los sectores sociales que son tradicionalmente excluidos y que sienten y perciben al Estado no como algo cercano a ellos, sino a quien no los toma en cuenta para nada distinto que para marginarlos y muchas veces perseguirlos.

Varios de los asistentes querían alertar sobre las preocupaciones que surgen alrededor de la conflictividad ambiental que empieza a emerger con más claridad ahora que se han silenciado los fusiles de la guerrilla que tenía presencia en el territorio. Manifestaban la inquietud que existe por el posible resurgimiento del proyecto minero de La Colosa en Cajamarca e indagaban sobre la postura de la nueva directora de Cortolima, teniendo en cuenta que el director actual ha sido un claro opositor a esta iniciativa extractiva.

Alguno mencionó la importancia de que en el Tolima avancemos en la constitución de nuevas áreas protegidas que permitan el cuidado de la biodiversidad que aún existe en ecosistemas estratégicos. Señalaba el caso particular del bosque de Galilea, amenazado por la industria petrolera y por la técnica del fracking que quieren implementar. Alzaba su voz diciendo que no podemos permitir que este territorio que es fábrica de agua en el oriente del departamento vaya a sucumbir ante los embates de quienes promueven la explotación de los recursos naturales sin pensar en los daños que se generan, ni en las consecuencias para las futuras generaciones.

Surgieron temas particulares que merecen atención especial. En Roncesvalles la producción de mora por parte de los campesinos está en expansión y este cultivo requiere de madera como tutor de cada planta y para ello es necesario talar árboles, actividad que está prohibida por la normatividad ambiental. La situación es compleja porque por más que haya prohibición la gente lo va a hacer y aquí se requiere con urgencia el desarrollo de un proyecto de producción más limpia como los mismos campesinos señalan que promueve la Corporación Autónoma en el Valle del Cauca.

Una preocupación mayúscula surge alrededor de la administración del recurso hídrico. Inquieta la parsimonia y la actitud indolente de Cortolima según ellos, para el trámite de las concesiones de agua de las comunidades vulnerables. Existe una sensación de que esta institución es diligente con las solicitudes de los que más tienen y no con ellos.

Estas voces tradicionalmente ignoradas, son las que se suman a muchas más voces en toda la geografía nacional y que vienen convergiendo en una indignación nacional que se expresará este 21 de noviembre. De ahí la importancia de escuchar con respeto y empatía a las comunidades, esas comunidades que reclaman y exigen soluciones a tanto problema.

Debemos escuchar para solucionar lo que la gente reclama y no como pantomima para aparentar que nos interesan sus dificultades.

EL NUEVO DÍA

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