¿Cómo va la paz?

Hugo Rincón González

Mucha gente se pregunta, cómo ha venido evolucionando la implementación de los acuerdos de paz entre el Gobierno nacional y la exguerrilla de las Farc y sobre todo cual será el futuro de la paz en el gobierno de Iván Duque. Sobre la primera inquietud hay más certezas porque ha habido un seguimiento importante de varias instituciones especializadas, pero sobre la segunda hay mucha incertidumbre y solamente se podrían plantear hipótesis.

Sobre el tema de la implementación, el balance es agridulce sobre todo si recordamos que la negociación se hizo para construir la paz y la reconciliación nacional sobre la base de lograr un acuerdo político nacional, encaminado a realizar las reformas y ajustes institucionales que son necesarios para atender los retos que la paz demande y, lo que hemos visto es que el país continúa polarizado entre quienes buscan hacer trizas los acuerdos y entre quienes defienden su consolidación.

Hay sin duda avances, entre los que vale la pena destacar: 1) La dejación de las armas por parte de las Farc y su transformación en un movimiento político; 2) La llegada de los representantes de esta exguerrilla al Congreso de la República con sus curules en Senado y Cámara de Representantes; 3) El avance, así sea precario, del punto de Reforma Rural Integral con el impulso a los Pdet, que tienen en el Tolima una de las regiones con mayor avance; 4) La creación de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, que busca aclarar las responsabilidades colectivas del Estado, de las Farc, de los paramilitares y otros grupos en el conflicto; 5) La entrada en vigencia de la Jurisdicción de Paz JEP, aún en medio del interés de algunos sectores por estigmatizarla.

Pero también hay enormes debilidades reconocidas incluso por el gobierno, entra las que se pueden mencionar: 1) El asesinato de líderes sociales y defensores de los derechos humanos que se ha disparado preocupantemente luego de la segunda vuelta presidencial; 2) La reintegración a la vida civil de los excombatientes, que sienten gran incertidumbre por su seguridad personal y jurídica, además del abandono e incumplimiento en lo referido al aspecto de los proyectos productivos y acceso a la tierra para trabajar; 3) La intención de acabar la JEP de algunos partidos políticos como el Centro Democrático que solamente entienden la justicia como la cárcel para las Farc e impunidad para los demás actores que participaron en la guerra.

Frente a lo que hará el nuevo gobierno, solamente se conoce la intención mencionada del nuevo presidente, de unir al país para pasar la página de la polarización, no impugnar el acuerdo de paz pero si hacerle algunas “correcciones”, sin embargo, preocupa que su nuevo ministro de defensa ya anuncie que habrá una iniciativa legislativa para regular la protesta social, propuesta que levanta suspicacias alrededor de su verdadero propósito.

La paz imperfecta del acuerdo, sin duda es mejor que la más perfecta de las guerras y sobre eso ha llamado la atención al presidente electo Iván Duque, la comunidad internacional, las Naciones Unidas y hasta el mismo Fondo Monetario Internacional que con diferentes intereses reivindican la necesidad de consolidar este proceso en Colombia. Finalmente, no debemos olvidar que más de ocho millones de colombianos votaron por la defensa de la paz, por la implementación de los acuerdos y especialmente porque entendamos que la paz no solamente es el silencio de los fusiles de los ejércitos en contienda, sino una serie de transformaciones sociales que garanticen la inclusión social y política de gigantescos sectores sociales tradicionalmente excluidos.

Comentarios