Empresarios y paz

Hugo Rincón González

La construcción de la paz en las regiones y el país requiere de la participación de todos los actores sociales que se encuentren en los territorios. Se necesita el concurso de las instituciones, la academia, iglesia, organizaciones que promueven el desarrollo, organizaciones sociales, fuerzas armadas y por supuesto los empresarios. La paz es un asunto de todos o difícilmente se podrá lograr su consolidación y menos conseguir que este bien supremo sea estable y duradera.

En el país hay empresarios y empresas que le han apostado decididamente a la construcción de paz, partiendo de la premisa que, si la región no es viable, las empresas tampoco lo serían, porque la conflictividad armada haría que los inversionistas no se interesen en esos territorios. Ejemplos de estas empresas hay varios. Isagen por ejemplo ha sido pionera en el apoyo a los programas regionales de desarrollo y paz en varias zonas del país como el Magdalena Centro, oriente antioqueño y el departamento del Tolima en su zona norte y sur.

Esta empresa desde hace más de 15 años ha considerado que los programas regionales de paz tienen una propuesta de construcción de condiciones de reconciliación y convivencia que los ha hecho promotores de verdaderos laboratorios de paz en el país. Consideran que invertir en estos territorios produce réditos para la empresa. Tienen claro que sus aportes deben llegar a la gente, a sus organizaciones sociales, promover agendas de desarrollo e iniciativas productivas, que todo esto genera desarrollo y por ende coadyuva a la construcción de la paz.

Aquí en el departamento, esta empresa ha apoyado el Programa de Desarrollo y Paz del Tolima que promueve Tolipaz. En el norte ha promovido procesos en la cuenca del Guarinó a través de iniciativas de gestión ambiental participativa con comunidades campesinas que han hecho un trabajo en reconversión productiva para contribuir a la conservación de la cuenca. En el sur ha apoyado alrededor de la hidroeléctrica de Amoyá propuestas de fortalecimiento organizacional, proyectos productivos con mujeres rurales y algo muy importante, la formulación del plan de desarrollo sostenible del Cañón de Las Hermosas.

Este botón de muestra permite afirmar que cuando los actores del mercado se comprometen con la región en la construcción de desarrollo y paz, esta es más probable debido a que este sector social no solamente genera empleo para la gente, sino también con estas iniciativas un mejor territorio donde la gente pueda convivir en paz.

En conversaciones con algunos empresarios del Tolima sobre este aspecto del desarrollo y la paz, algunos muestran temores, desconfianza e incertidumbre con este tema complejo; sin embargo, todos coinciden en que es mejor una región sin conflicto armado, donde haya tranquilidad y seguridad para sus inversiones, además de buen ambiente para que lleguen otras iniciativas empresariales que puedan mejorar la condición de vida de la gente.

Que la paz es rentable nadie lo discute hoy por hoy, sino recordemos lo que era nuestro departamento del Tolima en la primera década de este siglo. Tomas guerrilleras, secuestros, extorsiones, amenazas, pescas milagrosas eran tristemente célebres. Hoy con el proceso de paz imperfecto que tenemos, el departamento ha recobrado en gran medida la tranquilidad que debemos preservar por el bien de las empresas y todos los pobladores de los territorios. Para 2019, conviene profundizar en este tema de la responsabilidad empresarial con la paz y la teoría del valor compartido que llama a invertir en la región para hacerla cada vez más viable para los emprendimientos y los negocios, mejorando la calidad de vida de la gente de quienes habitan en ella.

Seguramente será importante generar espacios de reflexión entre nuestros empresarios del Tolima con los de otras regiones donde estos han venido apoyando iniciativas de desarrollo y paz. Propiciar un diálogo entre pares, deliberaciones sobre lo estratégico que es apoyar la construcción social de región y sobre todo hacer viable este terruño tolimense que fue cuna de históricas confrontaciones violentas para transformarlo en un espacio donde sea posible la reconciliación y la convivencia a través del progreso que promueven todos los actores sociales que viven en él.

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