Monseñor Flavio Calle y su trabajo por la paz

Hugo Rincón González

En el mes de enero del año 2003, fue nombrado por el Papa Juan Pablo II, Monseñor Flavio Calle Zapata como Arzobispo de Ibagué. Venía trasladado de la Diócesis de Sonsón, Rionegro, donde venía desempeñando su trabajo pastoral y una importante labor como gestor de paz y presidente del Programa de Desarrollo y Paz del oriente antioqueño.

Recién llegado a la tierra firme del Tolima y conociendo de su gran trabajo como promotor de la reconciliación y la convivencia en diferentes regiones, fue convocado por el actual alcalde de Ibagué y la Fundación Social, a que fuera parte de una iniciativa que estaba surgiendo en el departamento para promover el desarrollo y la paz en la región. Eran los tiempos de la seguridad democrática y de la aguda confrontación armada entre el gobierno y las Farc, una época donde estaba casi proscrito hablar de paz y menos de una posibilidad de diálogo y negociación política.

Monseñor Flavio Calle Zapata junto con el hoy alcalde de Ibagué y la Fundación Social, emprendieron la tarea de construir primero una propuesta de programa de desarrollo y paz para el departamento y luego constituyeron la Corporación Desarrollo y Paz del Tolima Tolipaz. Valga decir que Monseñor fue el acicate de la unidad de doce instituciones que juntaron voluntades, anhelos y esperanzas para conformar esta institución.

Siempre ha sido evidente que, para Monseñor Calle, la solidaridad es entendida como la capacidad de sentir el dolor del otro, por ello, ha trabajado sin descanso por hacer más amable la vida de los sectores más pobres y vulnerables, de eso somos testigos en el Tolima.

Desde que se constituyó Tolipaz, ha sido el presidente su Junta Directiva. Independiente de los diferentes decisores de las entidades territoriales locales y regional, ha tenido la capacidad de ser ese articulador para que todos se sienten y trabajen unidos, deponiendo las diferencias y conflictos que suelen ser habituales entre los movimientos políticos.

Ha sido al frente de la presidencia de Tolipaz, la voz de la iglesia, hablando de la doctrina social de la misma y de su opción preferencial por los pobres. Siempre tomando partido por los más desfavorecidos y defendiendo los intereses de los tradicionalmente excluidos.

Por su decisión de trabajar por la paz, ha estado acompañando la gestión de cooperación técnica y financiera con empresarios, Gobierno nacional y cooperantes internacionales, buscando siempre que lleguen las ayudas o como el mismo dice, que los empresarios derramen algo de sus utilidades en los que más lo necesitan.

En su labor de gestor de paz en el departamento ha estado al frente en todo momento del Programa de Desarrollo y Paz del Tolima. A través de Tolipaz ha contribuido a construir condiciones de reconciliación, convivencia y paz en 31 municipios de la región. Ha ayudado en ese contexto a víctimas del conflicto, desplazados, jóvenes rurales, campesinos, comunidades indígenas y organizaciones comunitarias.

Ha defendido la necesidad y la importancia de la organización social como una condición necesaria para la construcción del desarrollo y la paz, sin este capital social estos dos propósitos son imposibles.

Ha sido tan incuestionable su compromiso que incluso no ha dudó en promover reuniones de la Junta Directiva de Tolipaz en el mismo Cañón de Las Hermosas, donde pudo ver, hablar y abrazar a sus pobladores en una conjunción de su trabajo pastoral, promotor y gestor de la paz en la región.

En el día de ayer nos enteramos por información del periódico El Nuevo Día que, por haber cumplido setenta y cinco años, el Papa Francisco había aceptado la renuncia que protocolariamente le había presentado Monseñor Flavio Calle Zapata a su cargo de Arzobispo de Ibagué y que esta sede quedará vacante hasta que el Vaticano elija al nuevo obispo titular de esta jurisdicción.

Personalmente lamento que se haya aceptado su renuncia por el gran trabajo que Monseñor Flavio Calle viene realizando en el Tolima. Nos dejará una huella indeleble de amor, compromiso, empatía con los pobres, trabajo incansable por la paz y un cariño inmenso por este departamento que lo ha acogido con todo el afecto.

Gracias, Monseñor Flavio.

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