El testigo

Hugo Rincón González

En medio del fervor religioso en que discurrió la semana santa para los colombianos y los tolimenses, un hecho estético marcó un hito por lo distinto e importante que representa el tema en la coyuntura actual, me refiero al documental que presentó el canal Caracol, el pasado viernes 19 de abril en las horas de la noche, denominado “Testigo” de la directora británica Kate Horne.

El documental nos presenta el trabajo del periodista, fotógrafo e investigador del conflicto armado colombiano, Jesús Abad Colorado, que caminando por distintos puntos de la Colombia profunda nos muestra la irracionalidad de la guerra en el país, su impacto demoledor, su huella de sangre, dolor y despojo.

Jesús Abad Colorado a través de un trabajo que ya tiene 25 años, nos muestra el desastre que significa la guerra. Un fenómeno que ha producido más de 220.000 muertos y 8 millones de víctimas, que, sin embargo para muchos colombianos son una cifra sin significado en la medida en que no los toca, supuestamente no los afecta por vivir en las grandes ciudades del país.

A través de siete historias, nos muestra como un hermano mata a otro hermano como en la historia bíblica de Caín y Abel, pero para él que ha sido testigo de los horrores que han cometido todos los actores de este conflicto sin excepción, llega a manifestar que en Colombia no se puede distinguir quien es el uno y el otro.

Hay imágenes espeluznantes, dramáticas, demoledoras y dolorosas que en muchos momentos nos llevan a las lágrimas. Para Abad Colorado cada colombiano tiene una historia que contar, pues la guerra de una u otra manera nos ha tocado. El conflicto armado ha generado una tragedia especialmente en la gente del campo que para él, que la ha visto y fotografiado lo hace sentir el dolor profundo de las víctimas.

El documental nos muestra el trabajo que hace el fotógrafo y su método. Documenta el dolor generado por el hecho violento y luego regresa unos meses o años después para mostrarnos la capacidad de resiliencia que tienen las personas que han sufrido el impacto en el campo colombiano. La gente luego de la tragedia se vuelve a recomponer, se adapta, sobrevive para luego volver a sentir la música, danzar, tejer y reorientar su vida nuevamente.

Hay momentos estremecedores como cuando se presenta la imagen de la niña llorando que clava una cruz en la tumba de sus familiares asesinados, luego en otras fotografías se muestra como está empuñando las armas de la guerrilla de las Farc, acto seguido aparece en la entrega de su fusil y finalmente aparece con una niña de brazos (su hija) dando testimonio de su proceso particular y la necesidad del perdón para la reconciliación de los colombianos.

También la imagen de una mujer que vino a casarse en medio de la tragedia después de la toma de Granada Antioquia por las Farc. Es la reivindicación del amor en medio del desastre, el drama, el dolor y el destrozo. Es una apuesta por la vida, la esperanza de que en medio de todas las dificultades es posible construir el sueño de una familia.

Todas las fotografías están en blanco y negro, porque según Abad Colorado, estos colores respetan el dolor de los demás, hacen un trabajo más ético y estético, y, porque el color agrede en situaciones de violencia. Para él, todas las imágenes son dignas, sencillas, tienen un rostro y un nombre. Son una forma de hacer entender que el otro, el que sufre por la violencia también soy yo.

El trabajo de Jesús Abad Colorado nos sacude, nos aterra, nos cuestiona por lo brutal que ha sido la violencia en el país, pero también nos pone de presente que no podemos perder la esperanza, de que esta situación puede cambiar, si los colombianos nos decidimos a decir basta ya, si reconocemos las bondades de no seguir agrediéndonos y de construir espacios territoriales donde sea posible el perdón y la reconciliación como condición necesaria para la construcción de la convivencia y la paz.

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