La paz en aprietos

Hugo Rincón González

Desde la posesión del presidente Duque hace ya nueve meses, se viene apoderando de la ciudadanía una desazón y un pesimismo alrededor de la esperanza que se tenía de consolidar un proceso que nos llevara a una paz estable y duradera. A pesar de que, en la posesión presidencial, el actual mandatario afirmó que no haría trizas el proceso de paz, sino que avanzaría en su implementación, los hechos tozudos vienen demostrando lo contrario.

Para empezar durante meses se generó un estancamiento en la institucionalidad encargada de la implementación de los acuerdos que hizo que surgiera una desconfianza en el cumplimiento de lo acordado. En el sur del Tolima, los cuatro municipios PDET, siguen esperando la ejecución del Plan de Acción para la Transformación Regional PATR, pensado como esa agenda que cambiará el presente de olvido, abandono y atraso de la mayoría de las zonas rurales de estos municipios. Por ahora, los líderes que participaron de este ejercicio dicen que hay más expectativas que realidades.

Luego vino el capítulo del Plan Nacional de Desarrollo que debería tener un capítulo de paz que no contiene y que por lo tanto lo que no quede en este, no tendrá posibilidad de realizarse en los próximos cuatro años porque para ello se requiere de una asignación del presupuesto. Por esta circunstancia varios analistas dicen que la paz está ausente en la intencionalidad política de este gobierno.

Alrededor de un aspecto que se considera central de la implementación del acuerdo, referido a la Jurisdicción Especial de Paz, se presentó el hecho más complejo, bochornoso y fatigante de la historia política reciente. El presidente Duque presentó seis objeciones por inconveniencia que él considera que el congreso debía apoyar. Las mismas fueron rechazadas de una manera aplastante en la Cámara de Representantes y luego en el Senado, donde se vio el filibusterismo más grosero y la reaparición de la mermelada para ganar el favor de algunos senadores y senadoras.

Le corresponde ahora a la Corte Constitucional pronunciarse sobre este particular sobre el que muchos coinciden que ya están hundidas las objeciones y que este episodio significó el más grande desgaste político para el Gobierno y la intención de los sectores que lo apoyan de ocultar la verdad.

Otro aspecto es el tema del glifosato que para el gobierno de Duque es la opción para frenar el auge del cultivo de coca en el país, mientras que para otros es un franco incumplimiento del acuerdo alrededor de la sustitución voluntaria que harían las familias cultivadoras. Aunque en campaña dijo no al glifosato, ya instalado en el gobierno el nuevo presidente recula y asume su defensa, a pesar de todos los estudios que demuestran su impacto nefasto sobre la salud de los campesinos y sobre el medio ambiente.

Además de todo esto, un aspecto que genera toda la preocupación y el rechazo por considerarse uno de los grandes desafíos para aclimatar la paz en el país es el relacionado con la amenaza y asesinato de líderes sociales a todo lo largo y ancho de la geografía nacional. Las cifras que enfrentan al gobierno anterior y el actual no puede ser la discusión central. Los números pueden no ser coincidentes pero lo concreto es que los asesinatos en este gobierno ya se acercan a los cien sin que se logre detener este hecho que ya se considera un nuevo genocidio. Cuando se indaga por los culpables y responsables, escasamente se habla de captura a los autores materiales, pero no a los instigadores, responsables intelectuales de este fenómeno.

Estos hechos que son solo una muestra, nos ponen de presente que la paz está en aprietos y que esa gran esperanza de los colombianos se puede desvanecer ante tanto incumplimiento y hechos de violencia. Es válido pensar en un gran acuerdo político para salvar la paz, sacarla de este marasmo y avanzar en la reconciliación de los sectores que luchan pugnazmente por imponerse. Ahora que estamos en plena coyuntura electoral en las regiones y localidades debemos poner el tema de la paz en el centro de las agendas que se discutan para lograr su construcción desde lo local.

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