Bondades de la paz

Hugo Rincón González

Que una paz imperfecta es mejor que la guerra más perfecta que nos podamos imaginar a estas alturas nadie debería discutirlo, pues los hechos son tozudos y contundentes, demostrándose que los beneficios de la reconciliación y la convivencia son incuestionables luego de la firma del acuerdo entre el gobierno colombiano y las Farc.

Puede sonar reiterativo, pero a nivel internacional se reconoce como un éxito la entrega de armas de la exguerrilla. Entre las encontradas en distintas caletas y las que se inutilizaron la cifra asciende a 8.994 armas de fuego según un informe oficial. Que todo este montón de armas deje su traqueteo mortífero y que hoy se hayan fundido para la elaboración de esculturas, es un gran logro que no debemos olvidar.

Más de 12 mil excombatientes abrazaron la opción de la paz y a pesar de las disidencias que hoy hacen presencia en diferentes regiones del país señalando el incumplimiento de parte del gobierno, la mayoría de las personas que participan en este proceso se mantiene incólume en su voluntad de seguir en la vida civil, reincorporándose en actividades lícitas.

Un hecho que destacaron los medios de comunicación en días anteriores fue el del equipo integrado por excombatientes de las Farc que representó a Colombia en el Mundial de Rafting en Australia, donde fueron exaltados por ser una historia de éxito en cuanto a reinserción social. “Remando por la paz” fue el nombre de este grupo de reincorporados del sector de Miravalle en el departamento del Caquetá. Lo más importante es la actitud que han tenido y el sentido que le dieron a su participación en este evento: “Más que por la competencia fue por el mensaje de paz”.

Otra muestra emblemática de las bondades de la paz es la compra de 22 toneladas de café por la empresa Lohas Beans a varias asociaciones cafeteras del sur del Tolima, una de ellas compuesta por exintegrantes de las Farc. La empresa referida trabaja con el esquema de beneficio e interés colectivo, con pequeños productores para venderles su café a grandes compradores internacionales, y trasladar los sobreprecios a cada asociación certificada. El silencio de los fusiles permite que, tras la reincorporación de los exguerrilleros, su horizonte sea la vinculación a la actividad productiva en una región que construye la reconciliación y la convivencia.

Para no ir muy lejos, en el Tolima, en las zonas donde antes hacía presencia la guerrilla de las Farc, la firma del acuerdo ha permitido avanzar de una manera importante en la recuperación de la seguridad, la tranquilidad y la armonía. Estos territorios olvidados y abandonados de la presencia del Estado vienen construyendo con el acompañamiento de organizaciones promotoras del desarrollo territorial, procesos sociales que buscan consolidar una apuesta por el desarrollo y la paz.

A esto se le debe sumar como hecho positivo que en esta región no se dan los conflictos asociados a la existencia de cultivos de uso ilícito y la presencia de otros grupos armados al margen de la ley.

En otro orden de ideas, es mejor tener en el ejercicio de la política sin armas a quienes antes realizaban una guerra insurgente que afectó a tantos municipios en el departamento y en el país. Preferible ver a quienes antes estaban en la lucha armada en el ejercicio electoral, buscando votos sin el constreñimiento de los fusiles, como dicen coloquialmente “mejor tenerlos echando lengua que echando bala”.

La paz es un patrimonio de toda la sociedad y no de los partidos políticos. Debemos defenderla, apoyar la implementación de los acuerdos que no se circunscriben a lo que tanto se menciona en los medios de comunicación: la JEP. Hay aspectos fundamentales como el tema agrario que está en la almendra de lo convenido entre el gobierno y las Farc que se debe sacar adelante.

Mención especial deberían tener los –Pdet– y el Plan de Acción para la Transformación Regional –Patr– que ya se encuentran formulados en las distintas regiones y en nuestro departamento. Ahí se recoge una apuesta fundamental por los cambios que reclama el país.

La paz avanza con muchas dificultades, pero es la esperanza que debemos reivindicar.

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