Calentando la rana

Hugo Rincón González

La imagen que circuló por una red social no podría ser más alucinante y aterradora. En una ciudad de los Emiratos Árabes, los árboles se comenzaban a quemar solos por la altísima temperatura que se registraba. El calor inclemente arrasaba sin contemplaciones la escasa vegetación que existe y solo se veían en las imágenes, vehículos rodando a grandes velocidades, todos sin duda con sus equipos de aire acondicionado al máximo para tratar de garantizar una temperatura amable con la vida de las personas.

Mirando el video que circuló por las redes, se anunciaba que en este mes de julio las temperaturas en ese lugar del planeta, seguirán subiendo unos cuantos grados centígrados más y que podrían alcanzar los 68 grados, una temperatura que hace sentir a cualquier persona cómo si estuviera a las puertas de una caldera o quizá en el mismísimo infierno.

Recordaba ante ese espectáculo espeluznante, las palabras de un fallecido profesor de ecología de la década de los ochenta en la Universidad del Tolima, que anticipaba como profeta del desastre el incremento en la temperatura de la tierra por el tristemente célebre efecto invernadero. Explicaba que a los pobladores de la tierra nos pasaría lo que le sucede a una rana a la que se le introduce dentro de una olla con agua y se empieza a calentar el recipiente.

Decía con su acento de la costa norte el desaparecido profesor, que al comienzo, cuando empieza a subir la temperatura del agua, la rana se intenta adaptar para sobrevivir, pero luego, cuando el calor sigue incrementándose por el fuego que abrasa el fondo de la olla, el animalito empieza a sufrir, hasta llegar al momento en que no resiste más y termina falleciendo por el hervor.

Anticipaba ese maestro desde esos años ya lejanos que a nuestro planeta y a la sociedad que habita en él, le iba a suceder lo mismo que a la rana de la olla hirviendo. Que producto de nuestra irracional manera de relacionarnos con la naturaleza, pensando que esta es una fuente infinita de recursos, estamos causando un daño que ya se insinúa como irreversible. Estudios científicos calculan que en el año 2030, la tierra alcanzará el punto de no retorno y el desastre ambiental será catastrófico para todos.

Lo paradójico de esta situación del cambio climático es que aunque las evidencias son irrebatibles, existen gobernantes y políticos que las niegan, perseverando en promover todo tipo de prácticas agresivas y ecocidas. Se niegan a replantear su modelo de desarrollo económico devastador y ponen por encima el crecimiento de las economías a los ecosistemas que nos permiten mantener la biodiversidad y la vida en el planeta.

En medio de este debate sobre cambio climático que se enardece cada vez más, no se entiende como el gobierno actual le apuesta sin ruborizarse a promover el fracking, la minería a cielo abierto en zonas de conservación, el uso del glifosato para la erradicación de la coca por encima de la sustitución voluntaria de los cultivos de uso ilícito, entre otros. Más vale complacer los intereses de países extranjeros y grandes multinacionales que defender los pobladores de los territorios que cada vez ven mayor degradación en sus ecosistemas.

Como se entiende que el cambio climático llegó para quedarse, estamos emplazados como sociedad a adaptarnos al mismo y para ello en buena hora en el departamento del Tolima se ha avanzado en la formulación de un plan de adaptación a este fenómeno que debe ser tenido en cuenta por todos nosotros, especialmente por los gobernantes que están en el ejercicio, lo mismo que los que llegarán en el mes de octubre a regir los destinos de las diferentes entidades territoriales locales y la departamental.

Si no queremos como dice el escritor William Ospina, que sea tarde para el hombre, necesitamos avanzar en la concientización de que el cambio climático es la más grande amenaza para la especie humana, debemos producir cambios desde lo local y seguir ascendiendo a otros ámbitos para ir revirtiendo este fenómeno.

Volviendo a la rana, debemos lograr que el fogón que nos calienta se empiece a enfriar paulatinamente. ¿Lo conseguiremos?

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