Marcha por la vida

Hugo Rincón González

Las escenas desgarradoras se han visto y se siguen viendo en toda la geografía nacional. La violencia sacude estremecedoramente a un país que parece indolente e indiferente ante el dolor de tantas víctimas que contemplan los cuerpos caídos de sus familiares en las calles polvorientas de las veredas olvidadas, los caminos de la Colombia profunda y las aceras de las casas en los municipios y ciudades.

Hay una ciudadanía informe de colombianos que nada parece afectarlos. No los afecta la guerra porque la ven en sus pantallas de televisión. Las amenazas y asesinatos de líderes no los conmueven porque dicen ellos que no son ese tipo de personas que luchan por reivindicaciones sociales de ningún tipo. Viven sumergidos en la alienación que se promueve desde los medios masivos de comunicación y en la actualidad de las redes sociales.

Estos colombianos no han visto el documental más conmovedor sobre la violencia en el país de los últimos años, El Testigo, que retrata sin filtros los estragos de la guerra y de la confrontación fratricida entre colombianos, un documental donde se señala que en esta guerra entre connacionales no podemos saber quien es Caín y quien es Abel por los niveles de sevicia y brutalidad que desde todos los bandos se ha generado en Colombia. Al no verlo, no se sensibilizan ante tanto horror y dolor porque están ocupados con los realities de las cadenas de televisión.

Esa indolencia e indiferencia se ha mantenido a pesar de que las noticias siguen llegando con información de nuevas víctimas. Que cayó un indígena aquí, una lideresa de la acción comunal allá, un sindicalista más allá. Para esta ciudadanía estos asesinatos siguen siendo cifras frías que no dicen nada. Algunos pensarán como promueven algunos sectores políticos que si los están asesinando será por algo, o cómo un expresidente que se volvió tristemente celebre dijo con una expresión desafortunada “no estarían recogiendo café”.

Ante esta situación dolorosa que nos sacude el alma debemos levantarnos todos en una sola voz, rechazando esta sistemática ola de amenazas y asesinatos de líderes sociales en todo el país. No es posible que sigamos con una actitud indolente ante este fenómeno que produce muertos casi todos los días y ante el cual el gobierno se ha manifestado incapaz de contenerlo y acabarlo.

Es necesario que todos nos sumemos este próximo 26 de julio a esta marcha por la vida que promueve movilizaciones, plantones, actos culturales y manifestaciones de todo tipo. Esta iniciativa surgió luego de que los colombianos presenciáramos con horror las imágenes del niño de la líder asesinada en Tierralta, Córdoba, María del Pilar Hurtado. Una escena escalofriante donde ese hijo se transforma por el dolor de ver el cadáver de su madre ultimada por sicarios que no dudaron en dispararle delante de este menor de edad.

Poco a poco, debemos despertar. En muchas ciudades del mundo y en varias del país se promueven movilizaciones alrededor de la defensa de la vida de los líderes, por el respeto de los derechos humanos y por la posibilidad de vivir en paz entre los colombianos. No podemos seguir manteniendo la violencia como la manera de resolver cualquier problema por nimio que sea. Debemos promover mecanismos pacíficos para la resolución de conflictos, pero también necesitamos que el Estado brinde garantías a los sectores sociales afectados por la violencia. No es suficiente con que capture y castigue a los autores materiales de los crímenes, sino que debe llegar a los instigadores y promotores que sienten que a ellos nunca llega la justicia.

En Ibagué y en varios municipios del Tolima, varias organizaciones sociales vienen promoviendo la participación ciudadana en esta marcha por la vida del próximo viernes. Se organizan movilizaciones, plantones y actos culturales que buscan sumar en esta búsqueda de la convivencia y la reconciliación ciudadana.

Movimientos sociales, partidos políticos, autoridades, iglesias, universidades y miembros de la farándula promueven esta gran reivindicación de la vida y la esperanza de vivir en paz, sumémonos todos con alegría y con energía, el país reclama la solidaridad con las víctimas y los líderes que defienden los derechos y las propuestas por una Colombia mejor.

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