Crisis climática

Hugo Rincón González

Hay eventos que suceden en el país sin ningún despliegue mediático a pesar de la importancia que tienen por no ser las tradicionales noticias y opiniones alrededor de temas que se repiten hasta la saciedad como la corrupción y la politiquería. Me refiero al Segundo Diálogo Regional Sobre Crecimiento Verde y Cambio Climático organizado en Bogotá por varias prestigiosas instituciones, entre ellas la Konrad Adenauer y la Redprodepaz.

Con la presencia de delegados internacionales de México, Chile, Perú y Colombia países que forman parte de la Alianza del Pacífico se creó un espacio de intercambio de conocimientos, experiencias y análisis, en torno a los retos y avances con respecto al cambio climático. El nivel del evento fue superlativo por la categoría de los participantes y la importancia estratégica de los temas. La sensación que queda luego de estar escuchando a estos expertos es por lo menos sombría por los escenarios catastróficos que se ven venir en los próximos años.

Hubo una extraordinaria discusión sobre si seguir hablando de cambio climático o crisis climática. Hablar de crisis ahora refleja un importante consenso científico que se recoge en el último informe del panel gubernamental de la ONU sobre calentamiento global, que pone en evidencia que tenemos solamente diez años para reducir a la mitad las emisiones de carbono si queremos evitar los escenarios más catastróficos y delirantes. Esta fatalidad se presentará si insistimos en continuar con el consumo de combustibles fósiles, deforestar para desarrollar ganadería extensiva al ritmo vertiginoso del presente y seguir comiendo carne de la manera en que lo estamos haciendo. Todo esto nos haría pasar de largo la meta de 1,5 grados centígrados de calentamiento y nos pondría en el sendero a finales de siglo de un planeta tres o cuatro grados más caliente que en los comienzos del siglo XX.

Con este escenario en el planeta, países tropicales y ecuatoriales como el nuestro se harían inhabitables y se produciría una migración masiva hacia los extremos norte y sur del globo terráqueo, volviéndose realidad la sentencia de que surgirán por millones los desplazados ambientales.

En esta lucha de ideas por supuesto hay quienes mantienen sus esperanzas en las políticas públicas que se formulen y ejecuten, además de creer ciegamente en las soluciones tecnológicas; sin embargo son inocultables las preocupaciones que surgen al encontrar en el escenario suramericano un presidente como el de Brasil que diseña políticas y apoyos para deforestar la Amazonía sobre el entendido que un país tan importante como este no puede frenar su crecimiento económico por hacer concesiones a los ambientalistas.

Surge en el debate la reivindicación de la economía circular trabajada desde ya en países como Alemania y Japón, basada en la gestión de residuos a través de las 3R (reducir, reciclar, reutilizar). La premisa es que el actual flujo lineal de los materiales (recurso-producto-residuos) necesita transformarse en un flujo circular (recurso-producto-recurso-reciclado). Esta tendencia supone un cambio cultural apoyado en políticas públicas como ocurre en la China donde el gobierno aprobó un plan como modelo de desarrollo para este país.

En este evento se señaló por parte del delegado del Ministerio de Ambiente del país, que Colombia es pionera en la implementación de la economía circular. En nuestro país no se habla de 3R sino de 9R: Repensar, Reutilizar, Reparar, Restaurar, Remanufacturar, Reducir, Re-proponer, Reciclar y Recuperar. Refirió que ya se realizó el lanzamiento de la Estrategia Nacional de Economía Circular y con ella se busca avanzar en la transformación de cadenas de producción y consumo, a través del cierre de ciclos de materiales, agua y energía, en nuevos modelos de negocio.

La discusión académica y científica es bienvenida para generar aprendizajes de lo que debemos hacer, porque lo que es claro es que tenemos poco tiempo y así como en el país sobrellevamos una intensa ola de calor en la zona andina, no es menos preocupante que en este verano en los países de Europa se han registrado temperaturas infernales como en Italia que en algunas de sus regiones ha venido soportando temperaturas de 50 grados centígrados, una ola de calor que hace la vida casi imposible y que debe motivar los cambios necesarios.

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