Conflicto armado y democracia

Hugo Rincón González

La Comisión de Esclarecimiento de la Verdad –CEV–, tiene un enorme y difícil trabajo en un periodo corto de tiempo en el cual, entre otras cosas, debe elaborar un documento que recoja las múltiples verdades que se han tejido alrededor del conflicto armado durante las últimas décadas. Compleja labor en un país polarizado y que sigue gravitando sobre la lógica sombría y perversa de amigo y enemigo, fenómeno que impide el avance en la reconciliación y la construcción de lo que debe ser una paz para los colombianos que sea estable y duradera.

La CEV tiene un mandato referido a esclarecer y promover el reconocimiento del “impacto del conflicto sobre el ejercicio de la política y el funcionamiento de la democracia en su conjunto, incluyendo el impacto sobre los partidos y movimientos políticos y sociales, en particular de oposición”. Con este propósito se promovió la semana anterior en el auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional de Bogotá, el seminario Conflicto Armado y Democracia, donde se hicieron presentes líderes y lideresas sociales, académicos nacionales e internacionales, congresistas de oposición, miembros reinsertados de procesos con diferentes guerrillas, miembros de prestigiosas ONG´s que promueven la defensa de los derechos humanos, comunicadores y hasta un expresidente que hoy está jugado en la defensa de la verdad y la paz.

El seminario fue pródigo en presentaciones de gran nivel y profundidad política donde se hicieron afirmaciones contundentes, demoledoras y muchas veces pavorosas sobre el impacto del conflicto armado en la democracia.

Hubo controversia y razonables desacuerdos en algunos temas en medio de una gran camaradería y respeto entre los panelistas y los asistentes al auditorio.

Entre las afirmaciones, hipótesis e inquietudes intrigantes me permito señalar las siguientes:

1. Hubo un gran impacto del conflicto armado sobre los partidos políticos de oposición en el país. Se presentó el genocidio de la UP, la desaparición y asesinato de otros movimientos como Esperanza Paz y Libertad luego de la desmovilización del Epl, del Frente Popular, A Luchar, Partido Comunista y el M-19 entre otros.

2. Se dio una gran afectación sobre el movimiento social que en algunos casos desapareció por las amenazas de líderes campesinos, indígenas, sindicales, estudiantiles, comunales y culturales. En la actualidad hay más de 800 municipios de la Nación donde estos movimientos no expresan los conflictos existentes en el territorio por físico miedo a las represalias que se puedan presentar.

3. El conflicto armado produjo ausencia del Estado en muchos lugares de la geografía nacional. En la Colombia profunda la única presencia que se manifestaba era la de la fuerza pública que estigmatizó a los pobladores de grandes territorios como colaboradores y auxiliadores de la guerrilla.

4. Impacto en el desarrollo territorial. En muchas regiones se frustró la descentralización y por el contrario ha habido una re-centralización ante la desconfianza del gobierno central con muchas autoridades locales. En este punto no hay que olvidar que hubo un periodo donde muchos alcaldes fueron llevados a la cárcel por señalamientos de ser colaboradores de la guerrilla.

5. Hubo afectación en los medios de comunicación. Las amenazas y asesinatos de comunicadores en las regiones impusieron una autocensura y un miedo a informar sobre lo que acontece en las localidades, trayendo como consecuencia la consolidación de las hegemonías de ciertos sectores políticos aliados de grupos armados ilegales.

6. El conflicto armado radicalizó la sociedad colombiana, se legitimó el homicidio y la violencia política contra el contradictor que era considerado como un enemigo que se debía liquidar. En este contexto la política se volvió una actividad de alto riesgo, especialmente para quienes hacen este ejercicio desde la orilla de la oposición.

En el panel de conclusiones de este seminario quedaron flotando algunas de las palabras de Francisco de Roux, presidente de la CEV: “...no queremos una verdad injusta, queremos una verdad ética, histórica y humana, una verdad que rescate la dignidad de las víctimas para que esto que pasó no vuelva a ocurrir”. Tremendo reto y desafío tiene la Comisión de Esclarecimiento, hoy más que nunca requiere el apoyo de toda la sociedad colombiana.

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