Soluciones reales

Rodrigo López Oviedo

Cuando el presidente Iván Duque insinuó la posibilidad de abrirle un boquete a la cuarentena con el fin de reactivar la economía, muy amplia tuvo que ser la sonrisa de satisfacción reflejada en el rostro de los verdaderos dueños del país.
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Para ellos, la importancia de la vida humana es directamente proporcional a la importancia del ser viviente, y, si no es mucha, su defensa no puede menoscabar el escenario económico en que se desenvuelve su capital.

Claro que el señor presidente tiene razón al decir que, así como es de importante la vida, también lo es el que se disponga de los recursos necesarios para defenderla.

Lo que pasa es que su fórmula para allegarlos solo crearía condiciones contra la vida, por lo siguiente: La reactivación económica es imposible sin la participación de oferentes y demandantes, lo cual implica movilización de los trabajadores hacia sus puestos de trabajo para que produzcan oferta, y de los consumidores hacia el mercado para que la demanden. Esto, obviamente, empinaría la curva de infectados y muertos en la pandemia.

Hasta el momento, las medidas adoptadas, muy seguramente, deben de estar repercutiendo favorablemente en la apagada imagen de Iván Duque, lo cual es razonable que ocurra en un país como el nuestro, cuyo analfabetismo político es de considerables proporciones. Las medidas con las cuales ha acompañado la cuarentena no merecen siquiera que sean vistas como paliativos a la crisis.

Las más importantes se han limitado a un ridículo incremento temporal de los 10 centavos que se pagan a los más humildes en programas como los de Familias en Acción y Jóvenes en Acción, mientras amenaza con apropiarse de los recursos del Sena y Bienestar Familiar y de los fondos pensionales de las regiones.

No, señor presidente; bien sabemos que son los más ricos del país los que lo tienen en ese puesto, y eso lo compromete con ellos.

No obstante, su obligación en esta hora de profunda crisis es la de sobreponerse a sus presiones y ponerse al servicio del pueblo, lo cual debe llevarlo a otras fórmulas de solución, que las hay, las hay, como las que ha presentado el senador Wilson Arias, quien le da respaldo a las propuestas de utilizar las reservas internacionales, echar mano del impuesto al patrimonio, suspender el pago de la deuda pública, e, incluso, emitir moneda.

Probablemente puedan necesitarse disposiciones legales de las cuales se carezca para echar a andar algunas de las anteriores propuestas.

Es entonces cuando debe urgirse al Congreso para que tramite, con mensajes de urgencia, los proyectos de ley que se hagan necesarios. La presión popular también debe aportar lo suyo.

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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