La unidad, único remedio

Rodrigo López Oviedo


Las protestas sociales nunca se realizan por nada. Hasta el momento presente, las grandes mayorías siempre han salido a las calles a gritar sus angustias, a cuestionar al gobierno, a demandar respeto a sus derechos, a confrontar a sus patronos, a rechazar el deterioro de su calidad de vida y a correr los riesgos del Esmad y demás instrumentos de represión del gobierno, sus infaltables acompañantes.
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En las consignas de las últimas movilizaciones hubo mención al duendecillo travieso de las reformas, que siempre han servido de abono a la pobreza de los muchos y a la riqueza de los pocos. Al desamparo de la pequeña y mediana empresa y a la apropiación ilícita de recursos en favor de multinacionales en quiebra.

No faltaron críticas a la paulatina desaparición de las cuarentenas, dizque en aras de reactivar la economía, no importando la vida de los trabajadores. Tampoco pudieron faltar los cuestionamientos al picadillo que se ha hecho del Acuerdo de Paz, como tampoco al continuado holocausto a que están sometidos la dirigencia popular y los farianos que firmaron la paz. Ni qué decir de la exigencia de crear la renta básica y la matrícula cero en las universidades públicas, como respuesta al alto desempleo y la caída de la demanda, incrementados geométricamente por la pandemia.

En fin, las razones para las movilizaciones recientes han sido muchas, y eso que no hemos mencionado, por ejemplo, el carácter de anfitrión de tropas norteamericanas y de punta de lanza contra Venezuela en que se ha convertido nuestro país; la actitud ambivalente de la Corte Suprema ante Uribe, y la movilidad social en reversa que sacude a nuestro pueblo.

Y todavía faltan más motivos. Pareciera que estuviéramos muy adentro de un túnel, sin encontrar la salida y sin poder devolvernos. Por fortuna, vuelven los esfuerzos para lograr, ojalá que ahora sí, una unidad de las fuerzas democráticas y de oposición capaz de acercar incluso a los incrédulos, a los indiferentes y a los que se dicen apolíticos, aunque pagan IVA.

Si esa unidad se hubiera logrado en las presidenciales pasadas, estaríamos hoy, por lo menos, en el desmonte del régimen neoliberal y paramilitar, en la implementación efectiva de los acuerdos de paz, en la humanización del nivel de vida de los colombianos y, en general, abriendo caminos hacia la felicidad de todos.

Ya el reciente VII Congreso de la UP propuso adelantar una consulta para escoger un candidato presidencial único y postuló a Gustavo Petro como precandidato. Los ocho millones de votos que alcanzó en las pasadas elecciones evidencian las muchas posibilidades de triunfo que hay. Ojalá así lo entendamos todos.

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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