Moción de censura

Rodrigo López Oviedo

Resulta difícil precisar si es por incapacidad, falta de autoridad sobre las fuerzas que están bajo su mando, cobardía ante estas o por todas las anteriores razones que el señor Carlos Holmes Trujillo, ministro de Defensa, no ha mostrado el más mínimo resultado favorable ante la recrudecida ola criminal que impulsa la derecha para debilitar el liderazgo social.
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De lo que no hay duda es de las carencias morales y éticas que ha dejado ver y de su falta de compromiso con las funciones de su ministerio, entre las cuales sobresalen las de ser garantía de que haya convivencia democrática, respeto a las libertades públicas, protección de los derechos humanos y plena posibilidad de convivir en paz.

Pero nada de lo anterior preocupa al ministro. Además de su pobre balance en los anteriores aspectos, abrió las puertas del país a marines norteamericanos sin la autorización del Senado, desconoció la crueldad de los repudiables excesos con que vienen actuando los organismos de seguridad y ahora desacata las decisiones de los jueces, como si no entendiera que ellos constituyen una rama del poder público tan importante como la ejecutiva, a la cual pertenece.                      

Por eso no se puede permitir que el Congreso embolate la moción de censura que proponen la oposición y algunos miembros del partido Liberal. Son muchos los motivos que este ministro ha dado para que se le sancione con una decisión de tal naturaleza, la cual lo sacaría de un cargo en el cual está demostrando ser un peligro para la sociedad.

Y ojalá no fuera solo contra él. Ojalá nuestras disposiciones legales permitieran que tal instrumento se pudiera aplicar también al presidente de la República, de quien no han sido menores las culpas, pues no solo ha defendido estos malos procederes de la fuerza pública, lo cual puede desembocar en que se conviertan en el modelo a seguir, sino que también ha satanizado algunas decisiones de la justicia y se ha puesto de parte de personas que fueron castigados por ella.

Post scriptum: No puedo dejar de deplorar la muerte de Ricardo Castiblanco Gómez, un luchador social de toda la vida que nunca dejó de manifestar su optimismo ante los pasos de la historia, de los cuales estaba convencido de que nos llevarían al socialismo. Como comunista, participó en la formación de sindicatos, juntas comunales, cooperativas, fue concejal, todo lo cual lo impulsó siempre desde el lado de los trabajadores. Quienes conocimos sus calidades humanas, sociales y políticas; su ansia de cambios y su amor por la causa popular siempre lo recordaremos.

Nuestra solidaridad con su esposa, hijos y demás allegados. Paz en su tumba.

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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