La movilización de los olvidados

Rodrigo López Oviedo

El subcomandante Duque, hombre al que le quedan bien las charreteras policiales, se preocupó mucho por ocultar en la campaña presidencial algunas características de su personalidad, cuya tenencia resulta difícil esconder por mucho tiempo.
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Esas características, nada dignificantes, por cierto, comenzaron a notarse cuando apenas iniciaba su gobierno. Entonces afloró un presidente soberbio ante los ninguneados, indolente ante los problemas que padecen, intolerante ante los desmanes de que son víctimas y desdeñoso al tratarlos.

A raíz de la minga indígena, a la cual se sumaron comunidades negras y de otros sectores, esas características se hicieron más evidentes. Nuestros compatriotas demandaron la presencia del mandatario en Cali con el fin de reclamarle el cumplimiento de los acuerdos de paz, exigirle respeto a sus territorios, rechazar sus políticas extractivistas y mostrar su indignación ante la masacre de líderes sociales y los desplazamientos de sus comunidades.

Lamentablemente Duque no los atendió. Su soberbia le hizo parecer indigno encontrarse con indios y negros, provocando que estos tuvieran que ser los que se vieran obligados a recorrer el país para volver a intentar entrevistarse con él. Lo peor es que ahora se los culpa por los nuevos contagios de Covid-19, que inevitablemente se presentarán a raíz de este arriesgado desplazamiento, y que él pudo evitar atendiendo el llamado a Cali, como también pudo evitar los que se presentaron con sus días sin IVA y se siguen presentando con las sucesivas degradaciones de la cuarentena y su acabose actual.

Al momento de escribir este comentario, parecía dudosa la entrevista cara a cara con el presidente, ante lo cual el país debe tomar posición, máxime cuando se está acelerando su desmoronamiento: La tasa de muertos por millón lo tiene ocupando el sexto lugar en el escalafón mundial de la pandemia, el desempleo cunde, el empleo sigue precarizándose, la inseguridad en las calles se incrementa, la masacre de líderes sociales no da tregua, del acuerdo de paz solo va quedando el propósito de hacerlo girones y el presidente solo mira al país a las 6 p.m. para informarlo de sus mentirillas cotidianas.

Pero, por fortuna, las soluciones no demoran mucho, si nos proponemos conquistarlas como pueblo: ya comienza a sentirse el olor de las urnas y los tarjetones que llevarán a nuestros candidatos populares al Senado, la Cámara y Palacio de Nariño. Otra Colombia es posible, como lo es también otra Bolivia según lo vimos en los resultados electorales de este domingo, en los cuales resultó victorioso el MAS, Movimiento al Socialismo, que tuvo a Evo Morales sacando a millones de bolivianos de la pobreza en que los dejaron los anteriores gobiernos oligárquicos.

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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