Que avance la unidad

Rodrigo López Oviedo

Nuestras normas electorales solo permiten que las campañas a los cuerpos colegiados y cargos uninominales se realicen durante, y solo durante, los cuatro meses anteriores al día de los comicios. Sin embargo, en la práctica, estas comienzan con mucha más anticipación, sobre todo las que han de desembocar en la elección del Presidente de la República, para cuyas candidaturas temprano comienzan a vislumbrarse aspiraciones.
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Los grandes cacaos de la economía nacional, debidamente representados por sectores de la derecha, ya están en busca de candidatos que se presten para adelantar el disimulo democrático que le haga creer al país que son los ciudadanos los que deciden por quiénes habrá que votar. Finalmente, serán ungidos como precandidatos quienes demuestren mayor afinidad política con la casta oligárquica y garanticen plenamente que no se desviarán de la gran tarea: mantener incólume el statu quo, ojalá preservando los lineamientos neoliberales y las prerrogativas de que tanto han gozado.

Por el lado del llamado sector alternativo, integrado por reconocidos demócratas, luchadores sociales, políticos de izquierda y de centro izquierda -según autocalificación que estos mismos se dan-, hay una intensión unitaria que parece estar desarrollándose de forma satisfactoria. Con el paso de los días, hasta los líderes más reacios se están haciendo conscientes de la necesidad de concretarla, so pena de ver aplazados por cuatro años más el propósito de transformar a Colombia en una buena patria para mejor amar. Incluso hay quienes creen que de poderse ir a las urnas con un solo candidato, se podría llegar al solio presidencial sin necesidad de la segunda vuelta.

Esto, lógicamente, es una especulación optimista, un pensar con el deseo, aunque con cierta posibilidad de materializarse si se logra desterrar egos, erradicar vetos, declinar toda aspiración que estorbe la consecución del triunfo y meterse al barro de la campaña sin prejuicio alguno, y siempre impulsando y defendiendo el programa acordado para el caso.

Claro que es una tarea difícil, que puede complicarse si no se presta atención a ciertas voces que, si bien han jugado un destacado papel en el pasado, hoy manifiestan incomodidades e inconformidades, algunas sinceras y otras fingidas, que pueden degenerar en deserciones del proceso unitario, como está ocurriendo con Angélica Lozano, afortunadamente con mucho rechazo dentro de su propio partido. Esta aguerrida luchadora de ayer, seguramente atendiendo presiones conyugales, hoy anda tras los pasos de Sergio Fajardo, olvidando que las huellas de abstención que dejó este candidato en las pasadas elecciones presidenciales fue de inmenso beneficio para la campaña de Uribe, quien logró llevar al Palacio de Nariño a Iván Duque para que hiciera veintiunas con la cabeza en sus amplios corredores.

 

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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