Más recursos que se van del Sena

Rodrigo López Oviedo

La creación de las Unidades Vocacionales de Aprendizaje en Empresa -UVAE- es un nuevo asalto a la propiedad colectiva de los trabajadores.
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En tiempos de la Junta Militar que gobernó a Colombia, el sindicalismo antioqueño sacó a la palestra de sus reivindicaciones el derecho de los trabajadores a contar con un establecimiento que les diera formación integral en aquellas disciplinas útiles a su desempeño laboral, y con el propósito de crearlo, presentó una iniciativa al gobierno nacional y a los gremios económicos, pero ni uno ni otros quisieron saber de ella.

Pese a tan lamentable respuesta, que demostraba el desconocimiento que se tenía del impacto positivo de la formación de los trabajadores sobre el crecimiento de las ganancias empresariales y el desarrollo del país, los trabajadores radicalizarán su exigencia, logrando con ello la creación del SENA a cambio de aceptar la reducción de un punto de lo que se recibía por concepto de Subsidio Familiar. Este establecimiento sería de naturaleza tripartita, es decir, dirigido por el gobierno, los gremios y los trabajadores, y financiado por las mismas tres partes a través de lo que conocemos como aportes parafiscales.

Ese sostenimiento del Sena corrió por cuenta de las tres partes, aquí señaladas, hasta cuando la reforma tributaria de 2012 creó el mal llamado Impuesto de Renta para la Equidad -CREE-, gracias al cual los ingresos del SENA perdieron su naturaleza parafiscal y pasaron a formar parte del presupuesto general de la nación, con lo cual su cuantía quedó a discreción del gobierno de turno.

Lo anterior no quiere decir que los trabajadores hayan dejado de seguir aportando a la Entidad. En las discusiones previas a su fundación, se acordó que el aporte de estos sería el uno por ciento de su salario. Este valor, sin embargo, no se pagaría a través de descuentos directos; se les descontaría de lo percibido por subsidio familiar. Esto significa, realmente, que los trabajadores continuamos siendo financiadores del Sena y que en tal condición tenemos derecho a participar en la toma de decisiones de la Entidad.

Todo lo dicho tiene el propósito de servir de introducción a un comentario que veremos la semana entrante, y que versará sobre las Unidades Vocacionales de Aprendizaje en la Empresa, un nuevo instrumento de distracción de la función social del Sena, con el cual se le quita otro pedazo de su presupuesto, se trasladan funciones de capacitación a particulares sin experiencia en formación, se profundizan en ella sus políticas neoliberales y se le va quitando el alma a la institución más querida por los colombianos. Ojalá esto sirva de alerta a los trabajadores.

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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