Más recursos que se van del Sena (II parte)

Rodrigo López Oviedo

En mi último comentario hablé del Sena, de haber sido de los trabajadores la iniciativa para su fundación y de su financiación a través de los aportes que pagamos a través del menor valor del subsidio familiar que hoy recibimos, comparado con el de antes de la fundación. Faltó hablar del decreto 2149 de 1993, mediante el cual se pretendió entregar la entidad a las fauces de los particulares.
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En aquella ocasión, un movimiento ciudadano derrotó tal decreto. Para ello, recolectó más de un millón de firmas, las cuales sirvieron de respaldo a la expedición de la Ley 19 de 1993, mediante la cual se evitó la privatización.

Con la expedición del Decreto 154 de 2020, que le dio paso al funcionamiento de las Unidades Vocacionales de Aprendizaje en Empresa -Uvae-, aquellos ataques siguen presentándose. Las Uvae son organismos que se pueden constituir en las empresas con el fin de ofrecer “capacitación para la inserción laboral”. Es oportuno mencionar que ya de ellas daban cuenta la Ley 1636 de 2013 y el Decreto 1072 de 2015, sin que se llegaran a concretar.

Como bien se sabe, la función del Sena ha sido la de impartirles a los trabajadores formación profesional integral y gratuita, además de formación complementaria. La alta calidad de estos servicios le ha merecido un amplio reconocimiento de la ciudadanía, que lamentablemente no ha servido para que el gobierno estimule su desarrollo, sino para colgarle responsabilidades ínsitas al ministerio de Educación, como la de formar técnicos y tecnólogos y la de complementar la educación impartida en el bachillerato, sin que se le hagan los traslados presupuestales correspondientes,

Los anómalos efectos que producirán estas Uvae no solo gravitarán sobre la estabilidad de la planta de personal, sino también sobre el monto de los recursos económicos de la entidad, hoy dependientes del presupuesto nacional y, lo que es peor, sobre todos los trabajadores, actuales y futuros, que verán diezmada la calidad de la formación que seguirán recibiendo en lo sucesivo, pues quedará desperdiciada la experiencia que por tantos años ha acumulado el Sena.

Lo anterior da, entonces, para que se conforme un movimiento de vastas proporciones en defensa de la entidad. Defensa cuya responsabilidad de todas las organizaciones populares y sus miembros, y no solo de los trabajadores del Sena, que son los únicos que la están asumiendo. No olvidemos que del Sena todos hemos sido, somos o podemos llegar a ser beneficiarios; que su fundación fue fruto de la iniciativa popular; y que en su financiación todos participamos. El Sena es un patrimonio popular y a todos nos corresponde defenderlo.

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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