Una reforma necesaria

Rodrigo López Oviedo

El pasado 21 de septiembre estuvo la JEP en Ibagué. El propósito de su visita fue el de recibir el informe elaborado al alimón por la Universidad del Tolima, el Observatorio Surcolombiano de Derechos Humanos y el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, en el cual dan cuenta de la forma como también en nuestro departamento se dieron manifestaciones criminales de parte del Estado a través de los mal llamadas falsos positivos.
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Es un doloroso documento que evidencia el uso entre nosotros de una metodología en nada diferente a la que se empleó en la comisión de hechos similares en otras regiones del país, y que da la razón a quienes han denunciado su correspondencia, no con manzanas podridas, sino con un plan que estuvo orientado a crear la sensación de que se le estaba ganando la partida a la guerrilla.

De allí que una de sus conclusiones más importantes haya sido la de solicitarle a la JEP que llame a declaración libre a los oficiales de la 5ª División del Ejército, de la 6ª Brigada y de algunos batallones de la región que hicieron parte de la plana mayor de estas instituciones durante los años 2002 al 2008, que corresponden al período objeto del informe.  

¿Será que una de las razones que llevaron a los medios a darle un cubrimiento tan discreto a la visita de la JEP y al informe mencionado fue el que se viera afectada la credibilidad de esas cúpulas militares? Quisiera creer que no, pues a ningún país del mundo le conviene que haya manchas de duda sobre ninguno de sus estamentos, y menos sobre el militar, que debiera brillar en virtudes dada la majestad de los propósitos para los que está constituido. Sin embargo, no nos engañemos. Las castas que dirigen el Estado lo prefieren siempre listo a defender sus intereses de clase, incluso a costa de su propio honor, como lo estamos viendo en el caso de estos crímenes de Estado.

A raíz de los desmanes que se presentaron en las últimas movilizaciones sociales, hoy se discute sobre la conveniencia de reformar el cuerpo policial. Tal reforma debe hacerse, pero extendida a todos los organismos de seguridad del Estado. Las concepciones de que estos están impregnados, made in USA, los llevan a ver en cada colombiano a un enemigo interno. Esa filosofía debe reemplazarse por otra que esté enraizada en nuestras realidades y que permita que soldados y pueblo puedan verse como hermanos y coequiperos en la construcción de la paz y la felicidad colectivas, aún a despecho de los intereses de esas élites que les ordenan enfrentarlo. Debemos intentarlo.

 

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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