La COP26, ¿solo discursos?

Rodrigo López Oviedo

Al presidente Duque parece que se le hubiera traspapelado su discurso para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, COP26, y que hubiera tomado por tal los idearios programáticos de Gustavo Petro. Los compromisos que asumió para hacerle frente a la creciente emergencia ambiental a que está sometida la humanidad no podían ser más contundentes, claros y revolucionarios. Allí anunció que, para el año 2050, Colombia llegará a la neutralidad de carbono, que para 2030 tendrá reducida al 51 por ciento la emisión de gases de efecto invernadero y que el 30 por ciento del territorio nacional será área de biodiversidad protegida.
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La neutralidad de carbono, también denominada huella cero de carbono, se da cuando el dióxido de carbono lanzado por el hombre a la atmósfera es igual a la cantidad que retira de ella. Tal neutralidad se perdió cuando el ánimo desmedido de lucro, manifestado a través de la explotación extrema de la naturaleza y los trabajadores y abonado por los deslumbrantes desarrollos científico técnicos alcanzados en tiempos modernos, llevó a que tales emisiones de carbono se desbordaran al punto de superar exponencialmente la capacidad de la naturaleza de absorberlos.

Recomponer ese equilibrio se ha convertido en un propósito de vida de todos los pueblos del mundo, incluido el nuestro, en el que año tras año se realizan multitudinarias movilizaciones bajo la denominación de Marchas Carnaval, de cuyo origen debemos sentirnos orgullosos en el Tolima. Sin embargo, tan salvífica tarea deberían asumirla principalmente los países con más alto grado de desarrollo, pues son ellos los mayores responsables de tales desequilibrios.

Lamentablemente, no es mucho lo que puede esperarse de tales países. Al margen de las elocuentes declaraciones con que suelen cerrar sus foros internacionales, las actitudes que se les conocen han sido más que contrarias a lo declarado, y de eso también somos ejemplo en Colombia, como podemos apreciarlo a través de las prácticas minero energéticas vigentes entre nosotros, ante las cuales el gobierno ha sido en extremo permisivo, al punto de ni siquiera atreverse a proscribir el uso del fracking, aunque bien sabemos la manera represiva en exceso en que se ha descargado contra los mineros artesanales.

Por eso, no incurramos en la ingenuidad de creer que bajo el mandato de gobiernos como el que lidera Duque puedan darse resultados que aporten significativamente al restablecimiento del equilibrio de carbono, a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero o a ampliar las áreas de biodiversidad protegidas, como lo prometió Duque en esta Conferencia. Tales políticas sólo serán posibles a partir de un relevo de clases sociales en la conducción del Estado.

 

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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