Por un auténtico discurso de avanzada

Rodrigo López Oviedo

El Pacto Histórico, única alternativa popular contrapuesta al régimen oligárquico que nos gobierna y a las fuerzas que pretenden perpetuarlo, tiene una característica positiva y otra negativa.
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La característica positiva hace referencia a una coincidencia generalizada tanto en la izquierda, que está entusiasmada con ella, como también en la derecha, que la teme: en Colombia existe una alta posibilidad de que tal alternativa democrática llegue a la Casa de Nariño.   

La parte negativa es la apariencia de otra coincidencia nada favorable: por las intervenciones de sus dirigentes, pareciera que cada fuerza integrante del Pacto tuviera en su ideario particular única y exclusivamente los puntos gramáticos que la unen a las otras, que en gran medida son los mismos puntos que se levantan en las movilizaciones sociales. Esto significaría que ningún otro propósito mueve su accionar.

Aunque podría pensarse que ello es bueno -pues no habiendo opiniones distintas no habría lugar a futuras disidencias-, no lo es tanto, pues priva a la sociedad de recibir otras ideas de carácter seguramente más profundo y de mayor avanzada, que den la idea, por ejemplo, de que otro mundo más allá del capitalismo sí es posible, que reivindiquen el papel de las masas como hacedoras de la historia, que le hagan frente al anticomunismo y reivindiquen la utopía, que desenmascaren al imperialismo como un enemigo común de la humanidad y señalen la solidaridad entre los pueblos como la forma natural de coexistir sobre la tierra, y no las guerras con que se agrede a los países que transitan por caminos distintos a los del imperio.

Si examinamos, por ejemplo, las propuestas económicas del Pacto, su carácter meramente antineoliberal es indudable, razón por la cual no ofrecen expectativas que vayan más allá de las simples reformas, aunque de gran importancia, como la de erradicar la producción y uso de energías fósiles y reemplazarla por fuentes de energía limpia. Bajo tales propuestas, la garantía de supervivencia del capitalismo es total, pues tal carácter no sucumbirá con los simples hechos de mejorar los sistemas de salud, educación, laboral y de pensiones; de volver productiva la gran hacienda latifundista, de reducir las exenciones tributarias y combatir la evasión, entre otros puntos de innegable importancia.

Y no es que se pretenda que mediante su programa electoral el Pacto Histórico nos ofrezca posibilidades de ponernos a las puertas del socialismo. Pero sí que las fuerzas políticas de indudable carácter revolucionario existentes en su seno aprovechen el ambiente político que las elecciones exacerban para que eduquen a las masas en la idea mencionada de que otro mundo más allá de la explotación capitalista sí es posible.

 

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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