Motivos para recular

Rodrigo López Oviedo

Con motivo del paro que adelanta el pueblo ecuatoriano, el diario El Espectador, en su editorial del pasado domingo, hizo una afirmación que bien podríamos considerar ínsita al pensamiento de la derecha, con la cual este diario mantenía hasta hace algún tiempo una saludable distancia, la misma que hoy parece estorbarle. Según el editorialista, “lo que les resta legitimidad a las reivindicaciones es que se tenga que acudir a las vías de hecho para lograrlas”.
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Las angustias que hoy tienen a los ecuatorianos en las calles hacen parte de un pliego que le fue presentado al presidente Lasso el 11 de junio del 2021, es decir, hace doce meses, sin que su contenido le hubiera merecido a este mandatario ninguna consideración.

Hay allí demandas que buscan detener el pavoroso retroceso en el nivel de vida, que ya tiene a un 40 por ciento de la población en pobreza multidimensional, según los datos oficiales, pero que, por lo que se percibe en los hogares, puede ser mayor.

Esos doce meses de infructuosa espera y estoica paciencia ponen en su sitio a quienes solo han visto los traumatismos de estas dos semanas de paro, al tiempo que dejan sin piso lo manifestado en el editorial mencionado. La concepción que en este se respira es contraria a los intereses de la población, ya que da lugar a que se acuda a ella cada que quiera descalificarse una protesta, no importa cuáles sean las condiciones en que se realice ni el lugar en que se desarrolle. Actuando con criterio más sensato, lo que diría un medio de pensamiento verdaderamente democrático es que lo que le resta legitimidad al gobierno es que el pueblo tenga que acudir a las vías de hecho para que se lo escuche y resuelvan sus problemas.

Hasta el momento de redactar este comentario, ya se habían obtenido algunas ganancias con el paro: El principal dirigente de la protesta, Leonidas Iza, había recuperado la libertad, el estado de excepción fue levantado, se dictaron algunas medidas para volver a precios razonables los combustibles y se estudian medidas que pongan en cintura los elevados costos financieros que golpean a los ecuatorianos.

Estas decisiones pudieron haberse adoptado sin esperar a que cuatro ecuatorianos más ingresaran al firmamento de sus mártires y sin los desgastes económicos y sociales ocasionados por el paro. Y, sobre todo, sin haber esperado a que el Congreso, actuando bajo la misma presión popular, se decidiera a iniciar un conato de destitución de Guillermo Lasso. Muy seguramente, semejante cúmulo de circunstancias, sumado al recuerdo de Jalil Mahuad y Lucio Gutiérrez, contribuyeron a que Lasso reculara y siga reculando.

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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