Malos propósitos

Rodrigo López Oviedo

Del presente Congreso, que saldrá por la puerta de atrás el 20 de julio, no podía esperarse más que rematara con nuevas jugadas contrarias a la democracia. Sin ningún disimulo, refundió por enésima vez las buenas maneras y seleccionó a su amaño a los diez finalistas del proceso que desembocará en la elección del nuevo Contralor General.
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Ese propósito no podía ser más contrario de lo que cabría esperar de un organismo cuya mayoría de integrantes están próximos a agregarle un ex a su hoja de vida. Sin embargo, lo es, y de cumplirse, el elegido quedaría, primero, investido de la potestad de mirar hacia el barranco ante cada hallazgo fiscal que pudiera poner en apuros a sus electores y al saliente gobierno y, segundo, con la tarea de atravesársele a Petro para sabotearle su gestión.

Por fortuna, la lista cayó en manos del Tribunal Superior de Cundinamarca, organismo este que ordenó rehacerla por estar en riña con disposiciones de paridad de género y meritocracia, entre otras. Es de anotar que, luego de rehacerla, una de sus integrantes renunció, lo cual no afectará su contenido, pues ya el Congreso había cumplido con lo ordenado. 

Pero también saldrá por la misma puerta el gobierno Duque y no podía hacerlo de forma más dañina: entre muchas decisiones anómalas, sale raspando la olla, la de ahora y la de vigencias futuras, y modificando los estatutos de Ecopetrol para poder reelegir a su Junta Directiva, ya no por dos años, ¡por cuatro!, según lo decidió una aleccionada asamblea que había sido convocada para tal fin.

Ahora le corresponderá a Petro desfacer estos entuertos, entre muchos otros. Lo más seguro, y lo que esperamos quienes confiamos en que su mandato operará bajo una nueva forma de hacer política, es que lo haga de la forma más conveniente para el país, esto es, sin someter la independencia de los nuevos designados y, para el caso de Ecopetrol, procurando erradicar los vestigios de una administración que se muestra contraria al propósito de hacer tránsito hacia energías limpias; para el caso de la Contraloría, buscando que la elección recaiga, no en uno de sus adherentes, de quien por tal afinidad no podría esperarse una gestión independiente, pero sí en alguien que, además de controlar como es debido, no se convierta en obstáculo a las ejecutorias de su programa de gobierno; y con respecto a la olla raspada, impulsando su propuesta de una reforma tributaria que acabe con tantas exenciones existentes y establezca una real progresividad en las tarifas del impuesto, con lo cual dispondrá del presupuesto necesario para adelantar las reformas que le son más urgentes al país.

 

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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