El Congreso de la República de Colombia, ¿Vergüenza o fallas institucionales?

Julián Ricardo Rodríguez Soto

Ya son costumbre las noticias de corrupción que afectan la deteriorada imagen de los padres de la Patria, en esta ocasión son dos las buenas nuevas que asocian a congresistas con actos de corrupción, coimas y dádivas, lo que permite controvertir sobre el papel del Estado y sus entes de control.

Empecemos con los congresistas investigados por nexos con actos de corrupción con nuestro insigne centro de formación técnica y tecnológica, Sena, la Contraloría abrió esta semana investigación preliminar con el fin de determinar la relación de los congresistas y ex congresistas con esta entidad, las cifras causas escozor, pero lo único diferente de la historia es el monto del desfalco, porque el accionar es el mismo, funcionarios que valiéndose de su poder y aprovechándose de las fallas y el descontrol institucional ejercido por un Estado que se jacta de neoliberal.

Pero la falla no es el modelo neoliberal, ni el afán de descentralizar con el fin de llegar a todas las regiones del país, más bien las fallas son los deficientes mecanismos de control y vigilancia, que en muchos casos pasan en la salud, pasan por la educación, pasan en la contratación pública, pasan por la alimentación escolar y pasaron, pasan y seguirán pasando.

Continuemos con el caso de moda, el llamado de la Corte Suprema de Justicia al expresidente y actual senador de la república Álvaro Uribe Vélez y el representante Álvaro Hernán Prada, por la posible construcción de pruebas ilícitas en un caso de conocimiento público que enloda a la bancada del Centro Democrático y su máximo representante, la historia es lo de menos y al igual que el caso anterior el accionar es el mismo, representantes de la Patria que con uso de poder casi plenipotenciario, consiguen ingresar hasta los lugares más sórdidos con el fin de obtener lo que desean, ¿con qué facilidad acceden estos altos dignatarios a cárceles del país? ¿Cuál es el interés de los mismos en establecer contactos con la familia primaria del enjuiciado? ¿Por qué en las conversaciones es evidente y reiterativo el mensaje que Uribe es similar o igual a un dios en el país y que lo puede ayudar? ¿Existen detenidos o juzgados con más garantías que otros en un país neoliberal? ¿Por qué altos directivos del Inpec manifiestan públicamente que no otorgaron permisos para grabar entrevistas o citas?

Finalmente, la respuesta es la misma para los dos casos, un Estado inoperante que es incapaz de ejercer control y vigilancia, donde es muy probable que los que son designados para ejercer control hayan sido nombrados por los hoy investigados, un Estado neoliberal amorfo con una política económica y social neoliberal y unos mecanismos de control más parecidos a los usados por el comunismo, porque en Colombia el control lo ejerce casi que el mismo ejecutor o el que ellos designen, como tal vez pasa en Cuba o en Venezuela en estos momentos.

Más que el susto electorero que puede causar una similitud o cercanía con el modelo ‘castrochavista’, debemos preocuparnos por las fallas institucionales y levantar la voz de protestas por los continuos casos de corrupción que afectan el erario, la inversión social del país y que en últimas terminamos pagando todos mediante onerosos tributos, esta sería la solución para no seguir sintiendo vergüenza y dejar de ocupar destacados puestos en los ranking de corrupción global. En Conclusión, los dignatarios causan vergüenza al consolidar una estrategia criminal donde impera la inoperancia y la falta de institucionalismo estatal.

Posdata: Como profesor siento pena y vergüenza por la corrupción rampante y descarada del país. ¿Cuál es el país que le queremos dejar a las futuras generaciones, en un lugar donde la corrupción impregna todos los niveles del Estado?

Profesor universitario

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