El cosquilleo es diario

Julián Ricardo Rodríguez Soto

Pensarán que este escrito hace referencia a los habituales robos en los sistemas de transporte masivo del país, o las bandas que abren carteras y saquean sigilosamente sin que nos percatemos, el cosquilleo regular es la nueva forma que ha implementando el Gobierno nacional o mejor el Ministerio de Hacienda, para meternos la mano al bolsillo y ajustar sus cuentas sin que nosotros lo notemos. A corto plazo esta práctica soluciona el hueco fiscal, pero en el mediano y largo plazo la sensación de molestia se puede traducir en desconfianza y aumento de la cultura de la ilegalidad y la informalidad.

Sencillo, el aumento en la base gravable de renta, el aumento del IVA, el alza en los costos de licencia de conducción, mayores costos en los trámites, la revisión técnico mecánica, el SOAT, el alza en los precios del combustible, el costo del crédito, el 4*1000, los copagos en salud, alza en el impuesto predial y hasta anticipos sobre la renta, son la forma en que todos ponemos, por los agujeros que abren unos pocos.

Lo gravoso no son los gravámenes, son la sensación que dejan en el ambiente empresarial y social del país, donde cada día es más difícil acceder a lo cotidiano, por cuenta de una mayor tributación que no se refleja en calidad de vida, las historias de estas malas prácticas han originados crisis en todo el mundo, Venezuela el mayor exponente de esta mala praxis, ahora se suma Ecuador, las revueltas más que mostrar la inconformidad por el desmonte de los subsidios en pro de atender las condiciones del Banco Mundial, lo que dejan es la sensación que el pueblo siempre pone y no le toca casi nada.

En fin, Colombia con cifras en rojos ha recurrido a esta habitual estrategia para estabilizar las finanzas públicas, pero el ambiente de incertidumbre y desolación se empieza a sentir, se percibe un costo alto de vida, dificultad para acceder a vivienda nueva, los costos educativos al alza, pocas oportunidades de empleo, desde luego sin facilidades de compra, el aparato productivo se frena, jóvenes en las calles protestando y otros tantos pensando en emigrar. Claro que hay esperanzas, estas son las últimas que se pierden, pero si desde el Estado no se frena el costo de vida, el consumo disminuirá y el desempleo seguirá en aumento, y las consecuencias pueden tirar por la borda las cifras positivas del país e incluso el famoso mensaje que proyectamos al mundo de “Ser la democracia más antigua de Latinoamérica”.

Profesor Universitario

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