¿Timochenko: Jefe legítimo o reyezuelo cobarde?

El nuevo “conductor” de las Farc, quiere a todas luces impresionar al Jefe de Estado y su equipo de Gobierno, y por supuesto a la opinión pública nacional e internacional, a través de sus poéticas y románticas misivas, matizadas por pasajes históricos, símiles que fluctúan entre el cinismo y el ridículo, e incluso citas bíblicas; pero en realidad ¿qué mensaje pretende transmitir?

¿Qué buscan sus adornados comunicados y entrevistas? Todos los escritos tienen algo en común, denotan una profunda aversión hacia la actual política de seguridad; pero en el fondo, es más que evidente el gran temor que siente tras haber sido nombrado cabecilla máximo del grupo criminal; es que pasar a ser de la noche a la mañana el delincuente más buscado en Colombia, y por unas Fuerzas Armadas calificadas a nivel mundial entre las más efectivas y profesionales, con resultados reconocidos por las naciones más poderosas militarmente, es para preocuparse, y de manera seria.

Timoleón Jiménez, Timochenko, Don Pedro o Rodrigo Londoño Echeverry, esta última su verdadera identidad, es un paisa oriundo del eje cafetero, nacido en una familia acomodada, y que tuvo sus inicios en la Juco, igual que su predecesor; es uno de los más radicales y convencidos miembros del “Secretariado”, quizás el más disciplinado y por ello impopular.

Ingresó a la máxima instancia de dirección de las Farc en el año de 1986; y coadyuvó activamente en la redacción del plan estratégico diseñado en 1982, con ocasión de la séptima conferencia, realizada entre el 4 y el 14 de mayo, en inmediaciones de la quebrada la Totuma en el departamento del Meta.


Allí se escribieron líneas decisivas en el futuro del grupo guerrillero, en su proyección a nivel nacional, y en su accionar militar y político; se puede afirmar, que con esta conferencia, las Farc tuvo su punto de disloque hacia la “toma del poder”, su utópica y eterna obsesión.


Una de estas premisas fundamentales, fue precisamente definir la cordillera oriental como el centro de su despliegue estratégico, de ahí que el bloque oriental, hoy denominado “Comandante Jorge Briceño”, se constituyera en el más poderoso en el plano militar; una de las principales decisiones que se tomó en la Séptima Conferencia de las Farc fue la de situar su eje de despliegue estratégico en la cordillera oriental y escoger a Bogotá como su centro, y por otra parte, crear una cadena de unos 12 frentes que partiera desde Uribe en el departamento del Meta y que llegara hasta la frontera con Venezuela, con lo que buscaba dividir a la Orinoquia y la Amazonia del resto del país.


Sin duda, con sus atrevidas cartas pretende descalificar el éxito de las operaciones militares, comparándolas con el sacrificio de grandes forjadores de nuestra independencia, como Galán, el comunero.


De manera paralela, justifica su accionar delictivo y lo pone en el plano “revolucionario”, es decir, para el terrorista su “lucha” es más que “justa”, pero lo hace para mostrarse ante la guerrillerada como un hombre ecuánime, sensible y con gran liderazgo.


Sin embargo, la realidad es otra, su vida cómoda, ostentosa y tranquila fuera del territorio nacional durante los últimos 10 años, le ha facilitado relacionarse con personajes influyentes y moverse como pez en el agua en círculos de poder político y militar, tal como quedó probado sin lugar a equívocos, en los documentos encontrados en la operación Fénix, el capítulo final de Raúl Reyes, recientemente develados por el IIS (Instituto de Estudios Estratégicos), el centro de análisis político-militar más prestigioso del mundo, con sede en Londres; que lo colocan como un vulgar capo ante el país y como un reyezuelo ante sus hombres.


Así las cosas, el cabecilla principal de las Farc no goza del aprecio, ni el respeto de sus subordinados, y menos aún, si continúa dirigiendo el grupo armado ilegal a control remoto.  Hay cuatro temas que le preocupan enormemente: primero, la alta capacidad de la inteligencia del Estado combinada con el poder aéreo y el entrenamiento de las Fuerzas Especiales, que cada día nos sorprenden con magistrales misiones; en segundo término, los guerrilleros fugados que se entregan a las autoridades, sobre todo los de mayor antigüedad que conocen sus secretos y debilidades; tercero, la desconfianza que tiene en los mandos de las Farc, siempre ha sido un crítico implacable de la indisciplina de los jefes guerrilleros, en la organización ilegal, son tristemente célebres sus ajusticiamientos masivos y esa posición, hoy más que nunca le puede costar muy cara;  y por último, el exitoso y silencioso trabajo que hacen las emisoras de la Fuerza Pública, el lo denomina el “bombardeo ideológico”.


Estos cuatro factores desestabilizantes, los considera sus “imponderables” en la guerra. Londoño se muestra ante todo, no como un cuadro militar, sino como un remedo de caudillo político, pero su discurso es incoherente, en abril de 2011, siendo el número dos, afirmaba en una entrevista publicada en la página web anncol: “Las Farc están dispuestas a pactar una paz si es con democracia y justicia social y en ese caso a dejar las armas”.


Es decir, contempla la posibilidad de entregar las armas, pero es un fiel seguidor y defensor a ultranza de los preceptos contenidos en el plan estratégico, y lo repite a sus pupilos con vehemencia: “el objetivo supremo de las Farc es la toma del poder por la vía de las armas”. “Así no es Timochenko, así no es”

Credito
PEDRO JAVIER ROJAS GUEVARA Analista político y militar

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