Churchill y Lincoln: Geopolítica y Liderazgo frente a la Guerra y para la Paz

Las grandes naciones y ejércitos a través de la historia, han sido direccionados por verdaderos líderes conocedores de los conceptos de la geopolítica, genuinos estudiosos de la geografía y la política, y cimentados sobre la base de un común denominador: el “inconformismo”.

Las grandes naciones y ejércitos a través de la historia, han sido direccionados por verdaderos líderes conocedores de los conceptos de la geopolítica, genuinos estudiosos de la geografía y la política, y cimentados sobre la base de un común denominador: el “inconformismo”, entendido como la necesidad de buscar la transformación en la mente de los hombres para desarrollar una cultura de innovación que inspirada en el pensamiento crítico, permita impactar y producir cambios estratégicos e históricos, que conduzcan a los pueblos y organizaciones hacia la excelencia y el éxito. 

Por ello, surge la pregunta: ¿acaso hubiese sido posible tan siquiera, imaginar la ocurrencia de trascendentales eventos políticos y militares, tales como la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos en el siglo XIX o el fin del tercer Reich en la Alemania de 1945, sin el impulso de líderes como Abraham Lincoln o Winston Churchill respectivamente, hombres estudiosos de la compleja situación geopolítica de sus naciones? Ciertamente no.

Es el líder probado, aquel que tiene la visión, además de la fundamentación geográfica para el fortalecimiento de la política nacional, quien a través de la fuerza espiritual que transmite a otros, logra influir y emprender acciones para acometer un fin y un propósito específico. “No fue el Ejército Romano el que conquistó las Galias, fue Julio César”, expresó con vehemencia Napoleón el genio militar francés, destacando el liderazgo del emperador romano.

Precisamente, en los siglos XIX y XX existieron estos dos grandes líderes políticos; avezados estrategas que marcaron la diferencia en sus respectivas naciones, y que con sus discursos de posesión separados por 79 años de historia y miles de kilómetros de tierra y mar, marcaron fundamentales líneas de pensamiento estratégico de manera sencilla, coherente y totalmente accesible al pueblo, es decir, con un marcado carácter popular que cautivó a las masas e influyó acertadamente en legisladores y contradictores políticos por igual. 
Siendo así el primero de ellos Abraham Lincoln, como presidente decimo sexto de los Estados Unidos. En efecto, aquel día de 1861 durante su posesión, pronunció una célebre alocución encaminada a evitar la guerra civil interna, o dicho de otra manera a mantener la paz; unas palabras emotivas, sensatas y enfocadas a preservar la unión de los estados, el respeto a las libertades y la dignidad de las personas, y ante todo, la preponderancia del pueblo, como elemento decisivo para lograr la convivencia armónica y la fiscalización idónea sobre el poder ejecutivo: “Este país y sus instituciones, pertenece al pueblo, y cuando este crea que el gobierno existente no es lo bastante bueno, puede modificarlo en virtud de su derecho constitucional, aunque para ello tenga que apelar a la revolución”, señaló. Su excepcional despliegue retórico, fue reiterativo en el sentido de evitar la confrontación armada y apaciguar los ánimos entre los estados confederados del sur, alzados contra las políticas federales y los estados de la unión liderados por Lincoln; sin duda fue un discurso para la paz.

Contrario sensu, el Primer Ministro británico más querido y presente en la memoria de los ingleses, sr. Winston Churchill, argumentó su discurso de posesión ante la cámara de los comunes el 13 de mayo de 1940, sobre la necesidad de hacer la guerra. Por consiguiente, su famosa frase: “No tengo nada que ofrecer, excepto sangre, sudor, lágrimas y fatiga”, contenida en dicha disertación; indicaba que al imperio británico le esperarían tiempos difíciles, pero que la nación entera estaría unida, entusiasta y con un espíritu patriótico inquebrantable, que a la postre mostró la grandeza y el valor del pueblo inglés, materializado en las acciones acertadas de un líder empoderado y respaldado por sus conciudadanos.

En conclusión, podemos afirmar que ambos discursos fueron pronunciados por líderes innatos, en dos momentos históricos disímiles y en espacios geográficos absolutamente diferentes; uno invitó a evitar la guerra y el otro, incitó a ella; pero ambos pusieron por encima de sus intereses particulares, los intereses vitales y la consecución de los objetivos nacionales y colectivos de sus estados. 

Así mismo, el contenido intelectual nacionalista y el enfoque motivacional denota indudablemente, una simetría cultural que permite plantear con algo de suspicacia, pero con absoluto respeto, que fácilmente Lincoln pudo haber pronunciado las mismas palabras en Inglaterra ante el parlamento inglés y lo propio hubiese pregonado Churchill en suelo americano. 

De ahí que exista plena identidad cultural, que hace que el Reino Unido y los Estados Unidos de América, subsistan como países libres, soberanos y prósperos, ejemplos de disciplina y liderazgo ante el mundo, gracias a la visión de hombres que influyeron en las mentes y corazones de sus connacionales e impactaron logrando que el mensaje se transmitiese de generación en generación y aún hoy continúe vigente.  

Credito
PEDRO JAVIER ROJAS GUEVARA Analista político y militar

Comentarios