Ni un sólo suicidio más

Indira Orfa Tatiana Rojas Oviedo

Lamentable saber que continúan los casos de suicidios que necesariamente son producto de un estado crítico de salud mental, que afecta sin respetar edad ni condición social, que en alto porcentaje tienen relación con violencia de género, intrafamiliar, contra los niños, relaciones parentales y problemas de salud entre otros.

En promedio, un millón de personas mueren por suicidio cada año en el mundo, “Esta cantidad es mayor que la suma de víctimas de guerras y homicidios, según un informe de la Organización Mundial de la Salud” (OMS) publicado en Ginebra.

El Instituto de Medicina Legal, reportó en 2013, 69 suicidios en el Tolima, hecho que es gravísimo puesto que el impacto negativo repercute en la salud mental de cada familia víctima de estos casos.

A pesar de que en Colombia existe un Plan Nacional de Salud Mental, 2014 - 2021, no se percibe el impacto riguroso y no se coordina con las instituciones que deben hacer parte transversal para la prevención, como lo son las instituciones educativas de los todos los niveles, coordinadas desde el Ministerio de Salud, Ministerio de Educación Nacional, en unión de otros ministerios que aporten eficazmente en la disminución de este problema de salud pública.

Además, la asistencia de Estado colombiano es deficiente en la prestación del servicio a través de las EPS, citas del Sisbén y la tardanza de un proceso por violencia intrafamiliar; cuando el victimario no es capturado en flagrancia, se tarda años para que se tome una decisión que garantice la tranquilidad de los miembros de la familia.

Las estrategias de prevención desde las familias, son parte importante en el desarrollo del plan, pero para ello debe llegar la sensibilización y preparación al interior de los hogares.

La falta de formación de los padres, la incapacidad para brindar afecto y la soledad de las familias, muy especialmente en el Tolima, son un factor de riesgo para que la salud mental sea frágil. Me preocupa la poca capacidad para dar y recibir afecto dentro del núcleo familiar, ha sido tradicional en la crianza, la rigidez y trato frío de padres a hijos y de las parejas entre sí, que se convierte en un modelo de formación familiar que se implemente de generación en generación.

Me asombra el trato descortés y agresivo que se prodigan muchas parejas de jóvenes que inician su noviazgo, sospecho si realmente se entregan amor o están imitando relaciones negativas. Las familias deben estar atentas, así se piense que ya han llegado a una edad donde la autonomía de los hijos, hace perder la condición de padres, no son pocos los casos donde los epítetos vulgares hacen parte de una relación sentimental que fácilmente puede terminar en una tragedia.

Los invito a incorporar palabras amables, a manifestar el afecto e implementar charlas que contribuyan a una convivencia feliz, fundamentalmente en las familias, garantizando salud mental y unión familiar.

tatianarojasoviedo34@gmail.com

Comentarios