No solo hay que enseñar, es necesario formar.

Indira Orfa Tatiana Rojas Oviedo

Colombia atraviesa una crisis que genera preocupación en muchos espacios donde algunos coinciden, otros discrepan, pero finalmente se concluye.

La pregunta es, ¿Cuándo Colombia perdió el norte y quiénes son los responsables de la formación ética y moral de los ciudadanos? ¿Por qué en Colombia la corrupción no es rechazada con vehemencia y a pesar de los delitos cometidos muchos delincuentes siguen siendo tenidos en cuenta como “importantes” y son aceptados sin mayores cuestionamientos?

La gran intencionalidad de los sujetos es de ser prestigiosos mas no útiles, esto tiene que ver con la familia y el proceso en la educación donde la gran mayoría está preocupada por enseñar conocimientos pero no por formar. Se ha olvidado la importancia del ser donde los valores deben seguir vigentes, dentro de ellos la honestidad, el respeto, la verdad, la gratitud, la responsabilidad, la prudencia, la disciplina, la humildad, la sensibilidad, la tolerancia, la solidaridad, el amor, el compañerismo, pero además, las buenas maneras y la forma, casi que resultan desconocidas para las nuevas generaciones.

Hoy también se atraviesa el límite de la formación desde el discurso público cargado de ofensas y agresiones, de defensas que pretenden desviar presuntas auto-irregularidades atacando adversarios sin argumentos distintos a los intereses personales de quienes faltan a la ética, abusan del poder y sin embargo se declaran íntegros y transparentes en sus acciones, llegando incluso a insultar la inteligencia de quienes escuchan débiles defensas porque el asunto es ético.

Actitudes de la familia se convierten en el ejemplo a seguir cuando considerando que son indicaciones innocuas, se enseña a mentir, a negar a ocultar sin que alguien se detenga a pensar sobre las implicaciones que en el futuro puedan tener estas prácticas.

Con seguridad los colombianos nos estamos preguntando ¿qué faltó en la formación de profesionales que hoy nos tienen en la picota pública a nivel nacional? Pero, hay que actuar desde la escuela en todos los niveles, solo así podremos pensar que se aportó a los nuevos profesionales no solo desde la entrega disciplinar de conocimientos, también desde la formación.

Son muchas las necesidades de formación que hoy se infieren de los actores sociales que nos representan en los diferentes escenarios nacionales que aún cuando muchos han sido formados en universidades de élite dentro y fuera del país, nos obligan a pensar en implementar currículos que conlleven a trayectos formativos donde se plantee qué puede hacer cada quien por su país, el cuidado de lo público, el respeto a la ciudadanía, la pulcritud de los actos, la importancia de ser ejemplo para el otro, la capacidad de dar lo mejor de sí porque es posible hacer las cosas siempre bien y cada vez mejor desde la ética y el conocimiento y porque se entienda que como humanos se pueden cometer errores pero que jamás en éstos estén “involucradas las manos”.

Tatianarojasoviedo34@gmail.com

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