Cuando se lucha por el poder

Indira Orfa Tatiana Rojas Oviedo

Bebiéndome a través de los ojos el hermoso mar caribe, que pareciera unirse al final en un tono azul con el más bello firmamento, que en un vaivén acariciador le coquetea a la playa, me dispongo a escribir esta columna, que aun cuando en vacaciones, me hace pensar en el tema que a continuación desarrollo.

Recuerdo la leyenda del “síndrome de Procusto”, que resume el reinado de quien quería que todo aquel que llegara a su posada, tendría que quedar precisamente ajustado a las medidas de la cama en la cual lo ubicaba, si la víctima era alta, y su cuerpo sobresalía de su cama, serraba los pies o la cabeza; si por el contrario era bajo y la cama quedaba más larga, procuraba descuartizarlo para con el estiramiento llenar la cama…

Se encuentran muchos “procustos” en diferentes escenarios en la lucha por el poder, para controlar a sus contenedores o rivales, utilizan los medios que sean necesarios para evitar el alcance de los propósitos de los otros.

La educación y el conocimiento constituyen poder, el poder por el saber, son una relación clásica que hoy genera competencia.

Cuando en diferentes escenarios se encuentran líderes o individuos que sobresalen por sus capacidades, carisma, liderazgo, es cuando salen las lenguas como de fauces de dragones que lanzan fuego, en este caso, de manera soterrada, a espaldas, toman uno a uno para envenenar el alma y las mentes dóciles, contra el rival y es aquí donde se puede hablar del síndrome de Procusto”, que la padecen quienes quieren “cortar” la cabeza o los pies, de quien sobresale en la organización, en un grupo político, o laboral de cualquier orden.

Es una práctica que puede considerarse un acoso laboral y que está claramente tipificada en el Código Único Disciplinario, pero que también afecta el derecho fundamental al buen nombre y que claramente es sancionado disciplinariamente en primera instancia.

A quien funge como jefe inmediato le corresponde intervenir una vez tenga conocimiento de los hechos, porque resulta tan responsable quien teniendo conocimiento del acoso, en la estructura organizacional lo admite, como el que lo está realizando y quienes lo están apoyando.

Las relaciones de poder son relaciones que adoptan distintas formas y se producen con distintos modelos, que pueden fortalecer o debilitar los climas tóxicos, cuando la obligación moral y ética de todo trabajador es aportar al avance y contribuir a la construcción de climas positivos.

Finalmente, en nombre de mi esposo Luis Eduardo Chamorro Rodríguez, de mis hijos Jonathan Iván y Libia María del Mar Mejía Rojas y en mi propio nombre, deseamos una Navidad que pase a la historia de cada uno por la unidad y el amor en lo preciado del alma, la familia.

¡FELIZ NAVIDAD!

Tatianarojasoviedo34@gmail.com

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