Palabras inútiles

La disminución de la pobreza es objeto de constante discusión en todos los países: los ricos y los pobres. Entre los ricos porque la desigualdad y la pobreza avanzan imparables, y entre los pobres porque les imponen la ilusión de que ahora lo son menos.

Eso dicen los nuevos índices, cada vez que son cambiadas las metodologías con que las mediciones se hacen. Como por arte de birlibirloque, ahora Colombia tiene menos pobres e indigentes. Tiene razón Tony Judt cuando dice que la pobreza es una abstracción, incluso para los pobres. Si bien la pobreza tiene factores objetivos medibles y comprobables, no deja de ser un concepto relativo y contener muchos juicios de valor, visiones sesgadas y centristas.

El mundo como entidad global hace varias décadas tiene la posibilidad técnica pero no política de superar las deficiencias y carencias propias de una injusta e inequitativa distribución de la renta mundial en general, agravada por las circunstancias regionales de cada país. Muestra Judt cómo la desigualdad en la distribución de la renta está relacionada con la baja movilidad social, con la precariedad en los índices de salud (trastornos mentales, homicidios por millón de habitantes, esperanza de vida, etc.), índices de educación y servicios de calidad. Es decir, con menos democracia. No importa lo rico que sea un país, sino lo desigual que sea.

La gigantesca creación de riqueza no regulada con unos Estados debilitados y sometidos a la dictadura de los mandatos del “libre mercado” tiene efectos bastante amargos, y tiene expresiones en muchos lugares del mundo, desde USA hasta el Reino Unido y la zona Euro, pero también, digamos, en Chile. Ahora hasta los muy ricos están preocupados y dicen a sus gobiernos si no habrá llegado la hora de que ellos paguen más impuestos, o si el Estado debe aliviar o modificar políticas neoliberales, que pueden llevar al mundo a la catástrofe, con todos sus ricos y pobres. El celebrado sociólogo francés Edgar Morin lo afirma con contundencia: “Nos dirigimos hacia la catástrofe. (…) Todos los procesos actuales conducen a la catástrofe (….) y la historía nos ha demostrado que lo improbable podía reemplazar a lo probable”. La catástrofe puede revertirse si abandonamos las ideas que nos conducen a ella, como la de “desarrollo sostenible”. El problemilla es que toca construir una sociedad civil planetaria, capaz de metamorfosearse en un metasistema más rico para resolver sus problemas.

Credito
ERNESTO RUEDA SUÁREZ

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