Palabras inútiles

Muchos científicos, políticos e intelectuales nos visitan y hablan de experiencias con respecto a lo que significa un proceso de paz durable en un país que ha sufrido prolongados conflictos armados, soportados con violencia, terror, crímenes de guerra y de lesa humanidad.

Cuando la situación se torna intolerable para la sociedad y para la humanidad, llega la hora irreversible de terminarlo. Y esa parece ser la hora de la Colombia actual. Terminar los conflictos no es fácil, dados los inconmensurables daños. Está claro que no se puede aplicar la Ley del Talión ni la justicia penal ordinaria. Eso sería continuar el conflicto. A muchos eriza que se puedan «perdonar» crímenes. No creo que nunca se perdonen, y sí que menos que se olviden, pero hay que lograr superar las situaciones que los motivaron. La memoria no nos puede fallar, por eso el negacionismo es el peor enemigo de la paz. Preguntan al Nobel de Medicina en 2000 Eric Kandel -por sus enormes aportes al entendimiento de cómo funciona la memoria humana- si todavía le queda algo por perdonar a los nazis. Sin duda –responde-, pero no lo pienso como perdón sino de estar en paz con lo ocurrido, en reflexionar siempre por qué pasó lo que pasó.

También impresionan las opiniones del jurista sudafricano Albie Sachs, de reciente visita en Medellín. Sufrió en carne propia el régimen del apartheid. No se puede reducir la justicia postconflicto a investigaciones penales y castigos judiciales. Tampoco a la impunidad; es imperativa toda la verdad como mecanismo compensatorio y muchos fueron a la cárcel en Sudáfrica por no poder hacerlo. Los victimarios deben sufrir una «venganza suave»: reemplazar la violencia por la paz, la tiranía de las armas por la Constitución; y darse el lujo de garantizar a los victimarios los derechos que ellos negaron. Y ahí está el punto neurálgico en la mesa de La Habana. ¿Quiénes temen confesar sus crímenes? Además que hablen las víctimas, los cientos de miles de víctimas y se reconstruya una memoria extensa y lo más exacta posible; de lo contrario, nada cambiará o triunfará la impunidad.

Credito
ERNESTO RUEDA SUAREZ

Comentarios