Los milagros que no puede hacer el fútbol

Sé que James Rodríguez nos hizo recuperar la fe perdida, que Pablo Armero es un bendito, que Juan Guillermo Cuadrado y Jackson Martínez hacen milagros con el balón, que Mario Alberto Yepes alinea a los discípulos, que David Ospina va camino a la Santidad y que el profe Pékerman ya es un Santo. Y no me pongo a elogiar a los demás jugadores de la Selección, porque se me acaba el espacio y los elogios para todos los demás profetas de esa vieja religión llamada fútbol.

Pero lamento mucho decirlo: el excelente fútbol de la Selección Colombia no es suficiente para limpiar la muy mala imagen del país, que muchos siguen relacionando con los narcos, la trampa, el crimen y la violencia.

Primero, una bella modelo holandesa, embajadora de buena voluntad de Unicef, distribuyó por twitter un montaje con dos jugadores de Colombia que estaban aspirando espuma –como cocaína- en la cancha. A la mujer se le fue el mundo encima. Se disculpó, pidió perdón y dijo que su intención no era ofendernos. Al final, se quedó sin ser embajadora de buena voluntad del fondo de las Naciones Unidas que trabaja por los niños y la infancia, pero a miles de sus seguidores se les grabó la imagen de un país vicioso.

Pocos días después un dibujante belga le siguió los pasos. Pintó una caricatura donde nuevamente la Selección aparece dando la imagen de que los colombianos somos unos viciosos.

Inicialmente el dibujante defendió la libertad de expresión, lo cual es un derecho indiscutible. Al hombre lo amenazaron por las redes. Luego apareció una foto donde el dibujante aparece sonriente junto al embajador colombiano ante la Unión Europea, Rodrigo Rivera. El caricaturista también pidió perdón y anunció que hará una caricatura para tratar de compensar su ofensa.

Sin negar que a mí también me ofendieron la modelo y el caricaturista, ellos son sólo el reflejo de la imagen que muchos colombianos proyectan aquí y en el mundo. Para eso solo basta leer las noticias que relacionan a miles de paisanos con el tráfico de drogas, con las cifras sobre el consumo creciente de sustancias psicoactivas, con los sicarios que exportamos, con las bandas de paisanos que asaltan joyerías en Madrid, con la trata de blancas, con los asesinos en serie y los agresores con ácido que tenemos por estas tierras. Para no hablar de los ex funcionarios prófugos de la justicia que están asilados en otros países o de aquellos que robaron a manos llenas y viven aquí como si nada, o los que viven como reyes en otros países. Para no hablar de esa violencia que tenemos en la epidermis, que nos hace matarnos cuando celebramos, cuando perdemos o cuando discutimos por los asuntos más banales.

Por eso, aunque se me hincha el alma con todos los triunfos de la Selección Colombia y de James en particular, creo que hay milagros que no le podemos pedir al fútbol. Debemos dejar de trasnocharnos por la mala fama y más bien cambiar la realidad, para luego sí preocuparnos por la imagen.

Credito
HERNANDO SALAZAR PALACIO

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