Cuando la derecha salió del clóset

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Independientemente de que se posesione o no como senador, es hora de reconocer que Álvaro Uribe Vélez, como presidente de Colombia, tuvo el mérito de sacar a la derecha del clóset.

A partir de 2002, y gracias a la enorme fuerza política de Uribe, los conservadores de todas las pelambres comenzaron a perder ese complejo de culpa que los había acompañado desde la época de la Violencia, de los pájaros y de la policía chulavita.

Ese complejo hacía que en Colombia buena parte de la gente de derecha estuviera en el clóset, hablara en voz baja y disimulara sus posiciones. Al mismo tiempo, sin embargo, había grupos muy efectivos de mafiosos, narcotraficantes, paramilitares y matones que reaccionaban sistemáticamente en contra de sus opositores y los exterminaba. Eso permitió que pasáramos del corte de franela a la motosierra.

Uribe se inventó un discurso atractivo para legitimar a la derecha, basado en el cansancio de millones de colombianos con los múltiples abusos de la guerrilla, que estaban hastiados con la corrupción y desengañados con los partidos y los dirigentes políticos.

Y Uribe, que se hizo en la política tradicional y que había liderado el samperismo en Antioquia, pasó a ser el “salvador” de esa masa de almas en pena, que le pedían al altísimo el envío de un mesías.

Curiosamente, el discurso uribista se basaba dizque en la defensa de los derechos humanos. Y eso permitió que incluso en Europa muchos países le llegaran a creer.

Pero la realidad de sus dos gobiernos fue muy distinta. Uribe le dio durísimo a la guerrilla, pero no reparó en los medios que usó como gobernante. Graduó a sus opositores de terroristas, se dispararon los abusos en derechos humanos, las capturas masivas, las chuzadas y los falsos positivos. El autoritarismo se impuso, la politiquería y la corrupción siguieron tan campantes y en Colombia pareció instalarse la premodernidad.

En los ocho años de gobierno de Uribe se exacerbó el ánimo pendenciero de muchos colombianos que se limitaban a imitar las bravuconadas del presidente, cuando peleaba casi con todo el mundo, incluidos los mandatarios de países vecinos.

En su época, Uribe sacaba pecho diciendo que ya no mataban periodistas como antes. Esa es una verdad a medias. Es cierto que bajaron sustancialmente los asesinatos de comunicadores, pero muchos periodistas se autocensuraron, fueron perseguidos o se exiliaron. Perdieron la libertad de expresión y la democracia.

Cuando ocupó la Presidencia y se quiso eternizar en el puesto, Uribe salió con el cuento de que ya no existían las diferencias entre izquierda y derecha, secundado por el discurso que le alimentaba José Obdulio Gaviria.

Eso explica en parte por qué razón a su nuevo grupo político de hoy, que representa a la extrema derecha de siempre, Uribe se empecina en llamarlo Centro Democrático.

Pese a esos caprichos, el país debe reconocer al senador electo el mérito de haber sacado a la derecha del clóset. Lástima que la haya disfrazado de una cosa llamada “seguridad democrática”.

Credito
HERNANDO SALAZAR PALACIO

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