En busca de un Guiness Record

Casi todos los días, en algún lugar del mundo, aparecen personas que pretenden romper un Record Guiness. Quieren pasar a la historia, ser recordadas, salir en las noticias, aparecer en el buscador de Google y ver sus nombres y hazañas en el libro que cada año edita la organización que certifica esas marcas.

Esas personas hacen lo que sea por lograr ese anhelo. Por eso, el alud de noticias sobre el tema es un poco atosigante: El sanduche, la arepa y la pizza más grandes del mundo, el hombre o la mujer más viejos, los más altos, los más bajitos, los que se tomaron más cervezas, los que tienen el pelo o el bigote más largo, los tienen más piercings o tatuajes, los que se comieron más cucarachas, los que se tragaron más sapos, los que se empelotaron en una plaza, etc.

Hace un par de meses, el día de San Juan y del Tamal, y gracias a un periodista radial, por fin Ibagué entró a esa anhelada galería con un record un poco rebuscado: una cabalgata de caballitos de palo, en la que participaron 2.571 personas, según las noticias.

Para dar fe del establecimiento de esa marca, vino desde Nueva York la señora Johanna Hessling y constató que los participantes en efecto cabalgaron durante nueve minutos encima de sus caballitos de palo.

Comparto la molestia de muchos paisanos que se quejan de que Ibagué no tenga más Guiness Records.

Y con todo respeto, se me ocurre, por ejemplo, que hagamos una competencia para escoger quién, entre Jorge Tulio, Chucho y Luis H., ha sido el más inepto como Alcalde de Ibagué en la última década. El ganador sería nuestro candidato para otro Guiness Records. Eso sí, habría que evitar que en ese concurso participen los contratistas o los concesionarios, porque entonces se contamina la elección y se altera el resultado. El proceso sería muy interesante, aunque debo confesar que no sé si la organización Guinnes Records acepte la propuesta y quiera meterse en un tema tan espinoso y controversial.

A pesar de que no es seguro que nos ganemos otro Guiness con ese record, pocos dudan que a Ibagué la han dejado rezagada otras ciudades de similar tamaño. Esas otras ciudades tienen clases dirigentes con mucha más visión que la simple repartija de contratos que se hace cada cuatro años cuando llega un nuevo alcalde a la Capital Musical de Colombia, que, por fortuna, y a pesar de la miopía de su clase dirigente, sigue produciendo muy buena música.

Credito
HERNANDO SALAZAR PALACIO

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