Pretelt, la Corte y el fuego fatuo del escándalo

Hernando Salazar Palacios

El escándalo en la Corte Constitucional con el magistrado Jorge Pretelt podría ser cosa del pasado en unas semanas y no terminar en nada.

La historia de este país está llena de ese tipo de episodios, que luego fueron tapados por otros, porque instancias como la Comisión de Investigación y Acusación de la Cámara producen risa y rabia, porque aquí no tenemos noción de la responsabilidad política, porque la justicia sigue siendo un sueño para millones de personas probas y porque el cinismo parecería ser la divisa de muchos colombianos.

A propósito del alboroto por el caso Pretelt y de la denuncia vaga que hizo el magistrado ibaguereño Mauricio González, recordé que un abogado me contó hace meses que en la Corte Constitucional hay corrupción en la selección de las tutelas, que en la Rama Judicial abundan los funcionarios que negocian sus decisiones al mejor postor y que todo se termina arreglando según el “marrano”.

Y también recordé varios escándalos en la Rama que no han terminado en nada.

¿Alguien se acuerda hoy de todo el ruido que produjo el episodio que le costó la magistratura al magistrado tolimense Henry Villarraga, del Consejo Superior de la Judicatura?

¿Alquien se acuerda de las acusaciones contra José Alfredo Escobar Araújo, exmagistrado de la Judicatura?

¿Alguien se acuerda del escándalo por la corrupción con expedientes en el Consejo de Estado, que sólo ha significado que funcionarios de menor calado hayan terminado en la cárcel?

¿Alguien se acuerda del episodio de Luis Gabriel Miranda, el anterior presidente de la Corte Suprema de Justicia, cuando intervino a favor de su hijo, que fue sorprendido por la Policía en el interior de una camioneta oficial mientras estaba en un momento de intimidad con una muchacha, que debería ocurrir en recintos privados?

Si nos atenemos a los antecedentes de la Comisión de Investigación y Acusación, cuyos integrantes tienen vocación archivística -entre ellos un representante tolimense de apellido Osorio-, con Pretelt tampoco va a pasar nada, al menos en el plano judicial.

Y en el plano político, es muy probable que pase lo mismo. El Partido Conservador, del que hace parte Pretelt, no ha dicho ni mú. El expresidente Uribe, que lo postuló a la Corte, quiere pasar de agache. Y los congresistas que votaron por Pretelt no se dan por aludidos.

Todo esto me recuerda lo que decía el escritor argentino Tomás Eloy Martínez cuando pedía a los periodistas que no echaran leña al fuego fatuo del escándalo, sino que fueran testigos activos de la realidad. “Cada vez que un periodista arroja leña en el fuego fatuo del escándalo está apagando con cenizas el fuego genuino de la información”, dijo Martínez ante la Sociedad Interamericana de Prensa, en 1997.

Y a propósito de fuegos fatuos, ¿en qué quedó la “conmoción nacional” de la que hablaron los medios hace un mes cuando mataron a los tres niños en el Caquetá?

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