Modernizar en la tradición

Nelson Germán Sánchez

Con la Ordenanza 014 de 17 de diciembre de 2010, se institucionalizó y adoptó el uso de los sombreros de palma real y caña brava (pindo) como los tradicionales y el 23 de junio como el Día del Sombrero Típico Tolimense para celebrarlo.

Recuerdo las primeras reuniones para elevar a celebración esta actividad que han desarrollado ancestralmente en Guamo, Ortega, Coyaima, Purificación y algo en Saldaña, y de manera especial a las asociadas a Asopalguamo, que de la mano del entonces contralor departamental, Fredy Camacho, dieron junto a nosotros las razones a la Asamblea departamental para aprobar la ordenanza.

No cabe duda de que a estas mujeres se logró ayudar y promover, visibilizarles su talento y esfuerzo, acompañar en su emprendimiento y lograr apoyo y capacitación de otras instituciones para que hoy hayan abierto nuevas líneas como bolsos, billeteras, abanicos y collares. Pero actualmente hace falta más, avanzar, que el Día del Sombrero y ese elemento mismo no se convierta solo en un adorno, suvenir o prenda para vender cada 23 de junio o lucir por estos días de fiesta, sino en un acompañamiento permanente para hacerlo parte de las pasarelas nacionales o, por ejemplo, una prenda que acompañe de nuevo y de forma permanente el vestir en los calurosos municipios del valle del Magdalena y otros lugares del país.

Así mismo, buscar promoción y mercados en otras ferias y fiestas del país, como un acto de promoción de esos elementos típicos tolimenses. Ubicar vitrinas itinerantes en centros comerciales de Bogotá y Medellín, para ésta y otras épocas del año y llegar a exhibir esos productos. Porque, si no, estaremos corriendo el riesgo de estancarnos y estar siete años después justo donde dejamos a estas mujeres camelladoras, talentosas y emprendedoras. Los símbolos de la tradición también se pueden innovar.

Igual riesgo estamos corriendo con la celebración el 24 de Junio del Día del Tamal Tolimense, porque puede que no estemos mirando el horizonte completo de la industria y se nos esté simplemente quedando para asegurar la venta o el apoyo a 50 o 60 restauranteros en un recinto público, para atraer las medios, hacer algo de promoción y encontrarnos unos con otros como acto social.

Pero creo que es hora de pensarlo completo, verlo como encadenamiento comercial, más allá de la importante recordación de tradición gastronómica y, por ejemplo, promocionar más su consumo de manera ordenada y sincronizada entre gobierno y gremios nacionales para éstas y otras fechas.

Igualmente, incentivar su ingesta fuera de nuestras fronteras con actividades y eventos que lo posicionen aún más en el imaginario nacional, pero que lleven a su compra a nuestros productores locales. Incluso, en el propio día de la celebración, podría pensarse en ampliar la logística para su venta y diversificar el punto del parque Centenario, creando lugares satélites de venta, sin necesidad de que se deba pagar arriendo por tener un puesto allí. Por el contrario, que se permita el mismo con una inscripción formal, pero siempre bajo la supervisión de las autoridades, especialmente de salud, del producto que se vaya a vender.

No estaría de más pensar en un Día del Tamal Tolimense en Bogotá ese mismo día o en otras capitales del país, lo mismo que donar los tamales para los desayunos de ese 24 de junio para los canales televisivos o los grandes medios de comunicación. Incluso para la Casa de Nariño u otras instituciones del Estado. Un proceso de mercadeo novedoso más allá de mirarnos el ombligo y decir que nos sigue yendo bien esta fecha, porque todos los de aquí ese día comemos tamal en el lugar oficial del evento o en nuestras casas, porque se lo compramos a las tamaleras de confianza. Es hora de modernizar en la tradición.

GERSAN

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