Ponerle la cara al sol

Nelson Germán Sánchez

Esa parece ser la lección de Nairo Quintana, en este Tour de Francia, tener la actitud de un líder, de un campeón. Seguir luchando, no amilanarse, aunque falten las fuerzas, sean más las ganas y el corazón que las potencialidades reales del cuerpo.

“Seguimos luchando, avanzando para delante sin rendirnos”. “La cabeza manda, pero cuando las piernas no responden, no responden”, dijo Nairo al concluir la etapa de ayer conde perdió su octavo lugar en la clasificación general y ahora está a seis minutos y 16 segundos del líder de la misma.

Empieza a sufrir nuestro Nairo del cansancio físico, se le nota. Pero nos da lecciones de actitud, grandeza, liderazgo real y perseverancia, de luchar contra el mayor de los males de los colombianos (especialmente en esta tierrita firme): La lengua, la especulación, la intemperancia, las falsas hipótesis, las ganas de mostrarse a costillas del otro mintiendo e inventando sobre lo que fue o pudo ser.

Los entonces aduladores de sus capacidades, de supuestamente verlo invencible e imbatible como campeón de las tres grandes vueltas del mundo ciclístico en el 2017: Giro de Italia, Tour de Francia y Vuelta a España, ahora son los mayores depredadores, inmisericordes, que olvidan que tuvo un calendario en este primer semestre que ha acumulado en sus piernas no menos de ocho mil kilómetros de competencia.

Una etapa del Challenger de Mallorca, que cuenta con más de 600 kilómetros en total; 610 kilómetros la Vuelta a la Comunidad Valenciana (que ganó), 671 kilómetros del Abu Dhabi Tour, Giro del Tierreno Adriático (que ganó) y tiene cerca de 900 kilómetros; la Vuelta a Asturias (ocupó el segundo lugar) de más de 400 kilómetros de extensión, el Giro de Italia con 3.640 kilómetros de recorrido (donde quedó de segundo), a más de los kilómetros que van de este Tour de Francia y los de su entrenamiento personal.

Empiezan muchos con sus comentarios ligeros, rimbombantes, engañosos, de que perdió las ganas de ganar, la combatividad, que no era lo que se pensaba; hasta que ya no sirve, que es su fin, que es flojo. ¡Por Dios! ¿será que estas personas no se han subido nunca a una bicicleta? ¿no habrán pegado una puntilla en su vida? ¿no habrán tenido que lograr las cosas por su propio esfuerzo y méritos? ¿qué todo les sale a la primera y sin esfuerzos? ¿no desfallecen ni flaquean? Se creen perfectos, pontifican sobre los demás, señalan, echan nombres de supuestos culpables, de cómo debería de hacerse, pero en su vida real no han podido resolver ni como amarrarse un zapato o pagar lo que le deben al Estado.

Lo de Quintana y los otros seis pedalistas colombianos que están en el Tour de Francia (Urán, Henao, Atapuma, Betancur, Pantano y Chaves), la carrera de ciclismo más importante del mundo es fenomenal, grandioso, un ejemplo a seguir para las nuevas y las viejas generaciones de colombianos. Siete guerreros que con ahínco nos hacen quedar bien en Europa sin que se los hubiéramos pedido.

Su gran lección como la de Nairo es que luchan, dan todo, entregan lo mejor de sí poniéndole la cara al sol. Bravo muchachos. Su actuación nos permite ver el otro país, que no es el de la polarización ideológica, la pelea rastrera politiquera en lo nacional y lo local, del embuste, para concentrarnos en la otra cara de Colombia. Muchas, muchísimas gracias por su valentía, sudor y lágrimas. Dios los guíe.

GERSAN

Comentarios