Inseguridad: Sí

Nelson Germán Sánchez

–Gersan-

Ya está claro que por más que lo diga el bonachón del Ministro de Defensa o que el alcalde Jaramillo se ponga a gritar como loco de pueblo, para tratar de tapar el Sol con un dedo, la inseguridad en Ibagué no es un asunto de percepción, de complots de medios y periodistas o de enemigos políticos de la izquierda progresista y petrista que gobiernan la Villa de San Bonifacio de las Lanzas, actualmente.

Es una verdad de a puño que semana a semana da una enorme cachetada al rostro del Alcalde, el Secretario de Gobierno y la Policía Metropolitana. Preguntas simples: ¿cuántas sedes bancarias han sido asaltadas en los últimos cinco meses en la ciudad? ¿Cuántos locales comerciales o de servicios han sido presa de los delincuentes en nuestra capital tolimense? ¿Cuántos robos en vehículos de transporte público se han reportado? ¿Cuántos raponazos para quitar celulares y bolsos se han conocido por la carrera Quinta y en el Centro de la ciudad?

Seguramente si las autoridades se atrevieran a mostrar la cifra, tendrían que sonrojarse o salir corriendo de vergüenza. La inseguridad, como la delincuencia, no se ataca a punta de lengua o de buscar culpables a diestra o siniestra. Se requiere de un trabajo arduo de inteligencia, de planificación y de equipos modernos de alta tecnología.

Claro, más cámaras en zonas públicas o comunes se requieren; lo mismo que más patrullajes en vías y barrios; pero con un presupuesto municipal mucho más robusto, que permita dotar a la Policía y los organismos de inteligencia de la logística necesaria para cumplir con su deber. De elementos mínimos para cumplir con su labor tales como vehículos, motos (con gasolina y mantenimiento asegurados), radios, celulares, cámaras, vestimenta y todo lo demás.

De un trabajo en equipo con los gremios, comerciantes, asociaciones, liderazgos privados y comunitarios para captar recursos y exigirles igualmente inversión en infraestructuras más seguras. Construcción de redes de apoyo, de información, de planeación frente al fenómeno que nos azota como lo hace ese inclemente calor por estos días.

No se trata de decir que no se ha hecho, pero sí de dejar en claro que falta hacer mucho más, que el tema se convierta en transcendental, que se tome de frente y sin excusas, sin cálculos políticos o de imagen escondidos, porque estamos protegiendo es la vida y los bienes de los ibaguereños.

La invitación es a que no dilatemos el tema, dejemos la habladuría sobre el mismo, las disculpas o los señalamientos para aceptar que es cierta la inseguridad y que se requiere del concurso de todos para atacarla y reducirla. El riesgo es que, con el crecimiento exponencial urbano que está viviendo la ciudad, se genere un desmadre de este fenómeno que después lo haga irreversible.

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