Independencias: De Cataluña al Salado

Nelson Germán Sánchez

No sé por qué motivo nos parece curioso lo que sucedió la semana pasada en Cataluña (España), cuando esa comunidad autonómica decidió su secesión. Es tan solo uno más de los logros de los movimientos independentistas, de naciones que quieren ser estados o de pueblos que creen merecer su derecho a autogobernarse porque comparten una cultura propia, se siente olvidados por gobiernos centralistas, burocratizados o despilfarradores del erario.

Los casos de gritos de independencia ya pululan y se pondrán más de moda, serán más y más aquellos que se quieren separar y armar tolda aparte, por ejemplo: el País Vasco de España; Baviera o Estado Libre de Baviera de Alemania; Flandes de Bélgica; Kurdistán de Irak; Escocia de Inglaterra; Inglaterra de la Unión Europea (ya lo hizo); Quebec de Canadá; Padia (norte de Italia, con las regiones Lombardía, Aosta, Piemonte, Liguria, Véneto y Emilia-Romagna, hoy la llanura del Po), también en Italia la región de Tiro del Sur; Córcega de Francia y Groenlandia de Dinamarca. Ya lo lograron en 2014, Sudán del Sur en 2014 y República de Crimea de Ucrania.

En lo doméstico, también tenemos ideas separatistas permeando el ambiente. Por ejemplo, que la costa Atlántica se convierta en la Nación Caribe, una idea que no ha abandonado ni el mismo gobernador de Atlántico, Eduardo Verano de la Rosa, que hace tres semanas llevó a cabo su cumbre en Barranquilla, dando pasos hacia una mayor unidad regional y pidiendo más autonomía financiera y menos centralización.

Recordemos que el diputado del Partido de la U Norman Correa volvió a encender el debate en marzo pasado cuando propuso una Antioquia Federada, o un estado autónomo antioqueño. Igualmente, apenas hace dos años, periodistas como Gustavo Álvarez Gardeazábal daban cuenta de cómo un grupo de empresarios vallecaucanos del papel, los pañales y la caña comenzó un estudio para mirar la viabilidad económica y legal para independizarse de Colombia, por lo que consideraban el desastre del gobierno Santos y su carga impositiva a la industria de esa región.

En el Tolima gritos independentistas de ese estilo se han escuchado ya en el norte, como cuando en Murillo pidieron ser parte de Caldas, lo mismo que Herveo y municipios de esa cordillera como Líbano, Fresno, Casabianca, Santa Isabel, Villahermosa y Palocabildo, en cuyos centros y zonas de comercio hasta se distribuyó hace unos años un mapa de cómo sería ampliado el nuevo Caldas o la forma que tendría la nueva región administrativa-política conformada por ellos ocho.

Para no ir tan lejos, en los últimos 15 años, en dos ocasiones, habitantes, cabildantes, ciudadanos y políticos de Ibagué han expresado su intención de convertir a El Salado en el municipio número 48 del Tolima, anexando el corregimiento y las veredas aledañas. Nada raro, porque ni el “pueblito tolimense” que vienen pidiendo se les construye hace más de 20 años, desde que ‘Pacho’ Peñalosa fue alcalde, no se les ha concretado y ni se diga de otras peticiones.

Así que no nos deben causar extrañeza las gestas independentistas o las voces que piden tales posibilidades de secesión y querer volverse estados, departamentos, municipios o irse a alguna parte donde se sientan más a gusto y menos estafados. Pensando en eso, no podríamos dejar una parte de los antiguos territorios nacionales colombianos para crear el “neoestado fariano”, y una buena franja del Magdalena Medio hasta las tierras paisas, para crear la “nación para”, con esos los echamos para allá con toda y su dirigencia política, pueden hacer lo que quieran y nos dejan a la mayoría en paz.

–Gersan-

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