Del ‘Fintech’ al ‘Querubín’

Nelson Germán Sánchez

La historia de Anne Boden, resulta realmente inspiradora. De ser una simple cajera en sus años de juventud a ser hoy una poderosa banquera que está revolucionando la manera en que el sector financiero interactúa con sus clientes.

Su pasión y conocimientos financieros y tecnológicos la llevaron a distintos puestos en poderosos bancos europeos, pero después de la crisis financiera del año 2008 se preguntó si se podría dar de forma diferente ese servicio que los bancos prestaban a los ciudadanos.

Se atrevió a cuestionar y pensar que era posible innovar en un sector no solo poderoso sino siempre boyante y jamás dispuesto a perder. Por eso es considerado de los más ortodoxos en su estructura y formas, pese a la aparente modernidad de sus servicios.

Anne Boden, a punta de lo que los expertos llaman tecnología financiera (Fintech) está cambiando de sentido el mundo financiero y haciéndolo en contravía de lo que dictan las cátedras, la tradición y comodidad.

Se decidió a crear su propio banco en Inglaterra, pero con una característica especial: no atiende físicamente, carece de sedes físicas, cero sucursales y únicamente se accede a él y sus servicios financieros a través de un aplicativo en el teléfono celular. Eso sí es innovación.

Se rodeó de emprendedores, casi todos jóvenes, al darse cuenta de que los denominados sectores clásicos de la economía estaban cambiando, menos el bancario. La apuesta es ni más ni menos que reducir los costos de operación, donde se encuentran los mayores gastos y costos, pero también de dónde proceden las enormes ganancias del sector tradicional.

La idea no es solo la de banco abierto todo el tiempo, si no de personalizar mucho más el servicio, permitiendo -si el cliente lo desea- que su información sea compartida con otros profesionales que puedan ser de su interés profesional o laboral. Su banco aún es pequeño frente a todos los demás, pero su crecimiento está siendo muy bien reconocido.

Pensé en la nota de la señora Anne Boden al recordar que por estos días el Ministro de Tecnologías de la Información y la Comunicación, David Luna, anunciaba en nuestra ciudad con bombos y platillos, como un gran adelanto, que era secundado a rabiar por nuestros gobiernos locales, los gremios y demás, la Plataforma Empresario Digital. ¿En serio? Pensaba yo. Semejante parafernalia para anunciar un cursito más de formación y capacitación para pequeños y medianos empresarios, para fortalecer sus competencias TIC. Y todo ese ruido y aplausos y vítores. No hay derecho. Dónde están esos grandes apoyos, proyectos, iniciativas desde ese Ministerio que nos permitan hacer una ruptura total y real para avanzar en la tecnologías de información y comunicación como herramientas para jalonar progreso y conocimiento.

Qué nos estará faltando en el país y en nuestra ciudad para dar esos enormes pasos hacia la modernidad y el desarrollo, dónde estarán esos innovadores, emprendedores, revolucionarios del comercio y el servicio, de la labor social y la política soportados en lo TIC que nos hagan cambiar el chip y nos despierten hacia la tecnología y de paso a una nueva conciencia como grupo, que nos permita sentirnos orgullosos de forma real de lo nuestro, lo que somos, de nuestro pasado y lo que tenemos por avanzar.

Será que estaremos irremediablemente condenados a que lo más “innovador” y avanzado que podamos ver en la ciudad es que el llamado ‘Querubín rebelde’ se cambie la sucia bata blanca que exhibe en las glorietas por una de color azul metileno, ahora que el mapa político del Tolima cambió. U observar al llamado “mocetón” convocando a 100 motociclistas cada vez que se expida una norma que los quiera meter en cintura, pero ya enjalmado sobre una Harley Davidson full color. O al ‘Mono bebeco’ de la carrasca ya no tocando vallenatos desafinados si no con una batería interpretando algo de en los semáforos de la carrera Quinta. Yo, me resisto a creerlo.

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