¡Horror! Carnicería contra los niños

Nelson Germán Sánchez

En el año 2016, 10 mil 141 menores fueron víctimas de abuso sexual; en el año 2017 la cifra se elevó a 11 mil 380 casos, según datos del Sistema de Información Misional del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) la Fiscalía y otras autoridades colombianas.

En el año 2017 el Icbf abrió 24.330 procesos de violencia de todo tipo contra los menores colombianos. Dichos procesos, que buscan reestablecer derechos, van desde maltrato físico, maltrato por negligencia, trata de personas, explotación sexual, explotación sexual comercial, abuso sexual, trabajo infantil o maltrato psicológico. Cualquiera sea la cifra que se quiera tomar para analizar algunas de esas execrables conductas contra los menores de edad, simplemente dan escalofríos y rabia en el corazón.

Por ejemplo, que entre el maltrato físico, psicológico o la negligencia la cifra del año pasado superó los 10 mil casos, es terrible. Las causas de tales abusos según los expertos son muchas, van desde el embarazo adolescente que está disparado (16 mil niños nacieron solo en Bogotá de madres adolescentes), el abandono, la negligencia en el cuidado, la pobreza, el difícil acceso a la educación, la repetición de conductas agresivas generacionales, secuelas del conflicto armado, etc, etc y más etc.

Pero lo que demuestra todo ello, según esos mismos expertos, es que somos una sociedad enferma, con enormes problemas de salud mental, esquizofrénicos en valores y en una especie de anomia en términos de Durkheim. Este no es un problema de clases sociales, porque en todos los estratos se repiten las situaciones aberrantes contra niñas, niños y adolescentes.

Los conocedores de esos asuntos coinciden en que lo que hace falta es poner atención a la salud mental colectiva, así como retornar a una educación moral sin soslayos ni prejuicios religiosos. Que seamos capaces de volver a construir, debatir, enseñar, interiorizar y formar sobre los mínimos de justicia y los máximos de felicidad en el sistema educativo colombiano, por ejemplo, muy al estilo de lo que plantea la filósofa y pedagoga Adela Cortina; y que de igual forma lo hagamos en los círculos familiares y sociales.

¿Y qué ironía no? Pese a los aberrantes casos sucedidos contra menores de edad en los últimos días, como el de la niña de tres años que habría sido abusada en Bogotá, la muerte de otra de la misma edad por los golpes propinados por su padrastro, el suicidio de un menor de 14 años por los constantes abusos, humillaciones y el abandono de sus padres y familiares, este tema no ha estado en el centro del debate político nacional en ninguna campaña por ninguno de los candidatos. Ni la de la izquierda extrema de Petro, a la que parece el tema le fuera invisible; ni en la del profesor Fajardo, que en su condición de educador debería haber tomado esa bandera; ni mucho menos en la de Duque, que denota estar absorbido por las posturas medievales de Ordóñez y Morales esgrimidas este fin de semana en Ibagué, para no decir ni pío sobre ello; ni que decir de la del hombre de la obsesión desmedida y hambre descontrolada por el poder con el todo vale y nada importa, el inefable Vargas Lleras. Y De La Calle, pues nada, en la calle.

A ninguno, en su paso por este Departamento, le hemos escuchado una propuesta concreta de cómo evitar que esos vejámenes contra menores continúen. No musitan palabra sobre las tareas para mejorar la salud mental del pueblo colombiano ni mucho menos esgrimen propuestas frente a cómo elevar la moral pública y colectiva. Pero bueno, eso es lo que tenemos. Mientras, que siga esa especie de carnicería contra los niños que lo importante es entretenernos con ¿ganará la derecha o ganará la izquierda la Presidencia?

–Gersan-

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