Corrosión del carácter y el voto

Nelson Germán Sánchez

He tomado prestado el nombre del libro de Richard Sennett (La corrosión del carácter), sobre las consecuencias del trabajo en el nuevo capitalismo, para explicar lo que sucede en esta campaña presidencial nuestra que ya casi llega a su fin en una primera parte el próximo 27 de mayo.

Podría parecer exagerado hacer esa extrapolación de las ideas de Sennett para un tema tan colombiano como la elección presidencial, pero no lo es. Porque fue justamente leyéndolo, en especial su capítulo sobre la ética del trabajo, que encontré la respuesta.

Gracias a él desenredé la estrategia y el método utilizado por casi todas las campañas para lograr arrastrar discursiva, mediática y en redes a miles de colombianos. Fue nada menos que exacerbar la sensibilidad, las llamadas capacidades blandas grupales y enfatizar sobre la superficialidad de la experiencia. Es decir, no permitir por la enorme carga informativa (incluidos memes, la toma de espacio de discusión y análisis en medios de comunicación, arremetida en redes sobre los contrarios y sus ideas, así como una exageración sobre los logros y rasgos de la persona del candidato propio) cotejar la veracidad de lo que se le presentaba a diario.

Ese fue un propósito finamente calculado. Nos llevaron una estéril pero efectiva discusión, a un callejón sin salida: el aquí y el ahora; es decir, que lo importante es quién gane el próximo 27 de mayo, no quien asegure lo mejor para todos los habitantes del país en cuatro años en cuanto a sus empleos, la economía, la protección del medio ambiente, la lucha contra la corrupción, el giro l que debe dársele al sistema judicial y cómo implementar los acuerdos de paz, entre otros.

Por ejemplo, en los últimos dos meses, casi ningún candidato ha hecho hincapié público en sus programas o propuestas de gobierno, se han quedado sobre la nata y apostando a la altisonancia, la emoción pura y dura; a la fuerza de la “masa” para contener allí el sentido y pensamiento individual reflexivo.

Una clara muestra de lo que señaló Richard Sennet en su ensayo: “solo importa el partido que se está jugando”. Se trasladó una premisa de los estudios de la economía actual a la política electoral, “se pone el énfasis en el rendimiento inmediato y a corto plazo”.

Pero en este momento de nuestra historia, el país necesita un ciudadano más consciente, con un voto más racional. Es cierto que la política es de pasiones y no de razones, pero es urgente pedir que las personas miren en los días que faltan, más la esencia de la propuesta y menos la presencia escénica y la pinta del candidato.

Por eso, la invitación es a que se regalen unos minuticos esta semana y lean, comparen las propuestas que están en las páginas y perfiles de cada uno de ellos. Ese es el verdadero cambio, el sentido de patria y amor por Colombia que hoy reclamamos, el primer paso hacia un mejor país y una nación más fuerte; no por ellos (los candidatos) si no por nosotros porque nos estaremos formándonos como ciudadanos que no tragan entero, que podemos cuestionarlos de frente según sus propias apuestas, reconocer sus mentiras y comenzar a exigir públicamente que cumplan o que se vayan por habernos mentido o prometido lo que no se puede hacer.

No importa si su candidato es puntero o va de último en los guarismos que se han publicado, la encuesta no vota, el que vota es usted. Vaya y hágalo en paz, alegre, en conciencia y convencido; sin odios, rencores, revanchas o temores infundidos desde las campañas. No importa si sus hijos, padres, familia, vecinos, compañeros o amigos votarán distinto a usted, no haga de eso una pelea, porque el 28 de mayo los candidatos serán los nuevos mejores “amiguis” y usted quedará con esa relación fracturada. No permita que le corrompan el carácter.

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